Por Mario Quevedo
Especial para CENTRO Tampa
Recientemente aborde el tema de que me sentía como en un “año chiflado” por la violencia. Pues bien, no me parece que las cosas han mejorado y, sin embargo, tengo que buscar también el “lado amable”
Comienza la campaña electoral presidencial en forma con acusaciones caricaturescas; mucho invento de la pródiga imaginación de candidatos que consideran el ataque directo y violento es el instrumento más eficaz para convencer a sus seguidores de la necesidad de, no solo ir a votar en noviembre, sino de tratar de atraer a la mayor cantidad de amigos a su causa. Hasta chismes solariegos forman parte de todo esto en algunos casos. Sin lugar a duda, esto es parte de las campañas políticas desde los primeros tiempos. A lo mejor ahora lo sentimos más de cerca por la multiplicidad de medios de comunicación que facilitan tanto la promoción de ideas -reales, imaginarias o simplemente falsas- y que otros, sin tener la precaución de revisar el contenido, simplemente lo aceptan como real.
También vemos diariamente escenas de violencia que sacude muchas ciudades y no vemos los asesinados por bandidos en tiroteos en barrios pobres. Sí, vemos casos en los que la policía actúa grotescamente ocasionando la muerte de una persona. De actuar así, son procesados y si lo amerita, enjuiciados. Así es como debe ser. Eso no sucede con las demostraciones donde los delincuentes matan, destruyen y roban con impunidad.
Parecen grotescas muchas de las acusaciones producto de imaginaciones engreídas que parecen preocuparse solo en la forma de atacar al contrincante. Con verdades, mentiras o simples chismes. Recuerdo aquel viejo refrán “marineros somos y en el mar andamos”.
Hoy, sin embargo, me comprometo a tratar de buscar el “lado amable” y si el Señor me lo permite y como que me ilumine algo (pequeño, pero válido milagro), trato también de lanzarme por esos bellos senderos de la vida. Y ahora me echo con el pero de Quevedo, con mis condiciones y mi manera, a lo mejor algo peculiar, de ver mi realidad. Todo esto, con el consentimiento de mi directora que cuenta con la paciencia de Job.
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Los partidarios de Biden sostienen pancartas cerca de la Casa Blanca en el cuarto día de la Convención Nacional Republicana, el jueves por la noche, 27 de agosto de 2020, en Washington(AP Photo/Andrew Harnik)
Hoy vivo. Al despertar me fijé en el techo de la habitación y no vi raíces. Eso lo tengo que festejar pues indica que estoy sobre la tierra. Aleluya; qué mejor noticia.
Después, dar gracias a Dios por los beneficios recibidos, sabroso desayuno y contemplar el hecho real de que los violentos desordenes y lo que nos parece una hecatombe, no es más que parte de la fiesta de la libertad que conlleva el privilegio de vivir con un sistema democrático. Este sistema también produce desalmados; pero yo quiero ver a los mejores de mi entorno.
Hay mucha historia de tiempos violentos. Demostraciones callejeras y asesinatos de figuras públicas; desde la “Guerra Civil” que enfrentó al pueblo de la nación en un conflicto devastador, (esa no la ‘recuerdo’ pero la estudié) el asesinato de los presidentes William McKinley y John Kennedy; los asesinatos de Martin Luther King, Jr. y de Robert F. Kennedy.
En la convención republicana de 1964, el nominado por el partido Republicano, Goldwater recibió el respaldo público del Ku Klux Klan, el grupo racista y el entonces presidente Republicano, Eisenhower rechazó su nominación. El proceso en 1968, después del asesinato de Robert Kennedy y Martin Luther King, Jr. y la guerra de Vietnam llevó a tiempos de gran violencia. Mientras se preparaba en Chicago la convención Demócrata, los desórdenes destruyeron partes importantes de aquella ciudad y otras en la nación. El Pentágono y la Guardia Nacional de Illinois tuvieron que trabajar con el Servicio Secreto y la policía local para mantener el orden.
Aunque nos aferremos al temor de las manifestaciones violentas, tenemos que comprender que esos no son más que maleantes y que el sistema puede, contando con los oficiales públicos honrados, enfrentar las turbas de los criminales-bandoleros-delincuentes. Si nos empeñamos en respaldar el sistema y al gobierno, la ley de la razón siempre triunfa.
Son buenos tiempos. A lo mejor la multiplicidad y popularidad de los llamados “medios de comunicación” que incluyen a cualquier aspirante a ‘comunicador social’ con un teléfono celular nos sorprenden con imágenes fuertes. A un bagazo poco caso y, al otro, poca atención
Son buenos tiempos porque puedo disfrutar de toda una comparsa que, para mí, solo es fiel reflejo del sistema de gobierno democrático y la libertad de la que disfrutamos.
Son buenos tiempos porque puedo ser testigo una vez más del milagro que esta nación nos ofrece con un proceso que promete y nos entrega resultados. Todo en libertad y con la esperanza real de que si participamos en ese proceso podemos ayudar a que nuestras ideas sean triunfadoras; no el maldito mal que reflejan las demostraciones de maleantes que roban, matan y destruyen.
Quevedo es periodista cubano. Trabajó en radio, televisión y tuvo su propio periódico ‘La Voz Hispana’. Para comunicarse con Quevedo: marioquevedo1@aol.com