POR DRA. NANCY ÁLVAREZ
Especial para CENTRO Tampa
Leí en un periódico español un estudio con cifras altísimas de personas que consumen ansiolíticos para dormir y durante todo el día. Quien lo escribía se preguntaba a qué se debía esto, mientras seguía dando más y más “numeritos” del problema.
Sí, son importantes las estadísticas y los numeritos, pero qué hacemos con ello si no sabemos qué ha disparado la conducta o adicción. Sí, adicción. No se sorprenda, las píldoras para dormir (a menos que sean naturales), los ansiolíticos, que también se usan para dormir y bajar la ansiedad, el café, el cigarrillo, la comida, el alcohol, la marihuana, la coca y un gran etcétera son drogas.
Muchas de las mencionadas anteriormente producen adicción física y psicológica. Y eso que no hemos hablado de morfina, opiáceos (usada por los médicos para quitar el dolor), heroína y otras, que son fuertes y muy adictivas.
El hombre es adicto a diversas “cosas” desde que el mundo es mundo. Yo me río cuando oigo a personas criticar a los que consumen drogas “no legales” (ojo, el alcohol es ahora legal, pero fue ilegal en su tiempo), pero no critican a los que toman pastillas en exceso para el dolor o dormir y hasta beben demasiado alcohol. Se creen que son “normales” y se burlan de los que fuman marihuana o consumen coca.
Las adicciones se deben a heridas emocionales, traumas de la niñez, haber crecido en familias disfuncionales o conflictivas, etcétera. Por lo que estudiar los “numeritos” solo ayuda a ver lo mal que estamos, pero no nos curará.
Si la mitad de lo que se invierte “tratando” de luchar contra el narcotráfico, sin realmente lograr casi nada, se invirtiera en terapia familiar, educación para la vida, o lo que es lo mismo, enseñarnos desde pequeños a ser padres que funcionan, eso ya es ciencia. Si nos enseñarán a “elegir” pareja (para que el amor funcione, amarse no es suficiente), si se educara para prevenir el abuso sexual, físico, emocional y la negligencia, esos “numeritos” bajarían.
Si los niños crecieran en un ambiente menos violento, en familias amorosas, personas que respetan a los demás y justas en sus relaciones, el mundo cambiaría. La ansiedad bajaría, la gente podría dormir tranquilamente, ya que la mejor almohada es una conciencia tranquila.
Pero, en una sociedad competitiva, adicta al “tener” y que se ha olvidado del “ser”, un mundo lleno de seudo-seres que viven buscando la aprobación de los demás, porque no se aman a sí mismos ni son congruentes en lo que hacen y lo que dicen, seguiremos consumiendo drogas, sean legales o ilegales.
La gente cree que matar es solo disparar a otro, pero nos matan los políticos sinvergüenzas, las leyes injustas y el dinero mal repartido, entre otras cosas.
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