TAMPA - Centenares de negocios de distribución de comida a domicilio, dentro y fuera de Tampa, hacen un buen porcentaje de sus ganancias en base a la rapidez de los envíos y al alza consistente de los pedidos en línea. Pero no son muchos los que, en medio de esa vorágine que representa el reparto en horas punta del almuerzo y la comida, se dan el tiempo para incluir a los ancianos y veteranos de nuestra comunidad en su mapa de distribución sin cargo adicional.
Una excepción a la regla es Julio Rives, un cubano que en 1988 emigró desde La Habana hacia Nueva York y finalmente a la Florida para meterse de lleno en el trabajo de factorías y en el rubro del transporte de carga pesada. Esposo y padre de dos hijos ya adultos, Rives dijo que su experiencia de vida como empresario y emprendedor le mostró el camino del éxito. Aunque también la obligación de saber corresponderle a la comunidad.
"A mí me enseñaron que hay cuidar a las personas mayores y prestarle las atenciones que se merecen dentro de tus posibilidades", comentó Rives, de 55 años. "Eso no solo se aplica únicamente a la familia sino también a las personas que conocemos, a los vecinos, a la gente que nos rodea".
Con esa idea en mente, Rives decidió invertir recientemente en una compañía de delivery (o entrega de comida a domicilio) al que llamó Sunshine Delivered Goods con el propósito de llevar la comida, en el menor tiempo posible, a sus clientes y, de paso, asistir a los veteranos y gente de la tercera edad que eventualmente requieren de sus servicios.
"Estamos orgullosos de poder hacer un trabajo local porque no somos una multinacional. Nos llevamos bien con los restaurantes y clientes, y creo que nos hemos compenetrado con la comunidad para la satisfacción de todos", comentó Rives.
Para llegar a este punto de inversión y plan de negocios Rives trabajó más de doce horas al día durante más de dos décadas para salir adelante y asegurar la educación de sus dos hijos. De esa forma conoció el negocio del transporte, las operaciones corporativas y el valor de las relaciones personales.
Pero no fue sino a inicios del 2018 que Rives decidió mudarse a Tampa y formar la empresa Sunshine Delivered Goods con un puñado de repartidores y algunos restaurantes locales. Hoy tiene más de una docena de empleados y aproximadamente 31 negocios de comida en el área de la bahía de Tampa en sus listas de operaciones. En ese marco de acción Rives dijo que en ningún momento hizo a un lado la idea de servir a veteranos y personas de la tercera edad.
"Dentro de esta idea empresarial fue importante reconocer que no podíamos dejar abandonados a los jubilados y veteranos que lucharon por nuestro país", comentó Rives en una entrevista reciente con CENTRO Tampa. "Ellos merecen un trato especial".
Rives, que estudió en Cuba la carrera de contabilidad y se especializó en hacer presupuestos de obras, sostuvo que la empresa privada no tiene por qué darle la espalda a la comunidad necesitada. Ambas cosas van de la mano, explicó.
"Lo más lógico es que los ancianos y retirados no queden desamparados", indicó Rives. "Qué cosa más bonita es que te llamen para que les lleves, de vez en cuando, una comida especial porque quieren darse un gustito. Sabemos que muchos siguen una dieta balanceada, pero ahí estamos aunque sea esporádico".
Uno de esos clientes que se han sumado a la lista de personas mayores que usan el servicio de reparto de comida le hizo un pedido reciente al equipo de trabajo de Rives. CENTRO Tampa acompañó al propio Rieves a recoger la orden de almuerzo en un restaurante del norte de Tampa y llevarlo en una de sus unidades al punto de entrega, ubicado en un edificio de apartamentos en los alrededores de la Universidad del Sur de la Florida (USF).
La operación no tardó más de 20 minutos entre el punto de inicio y el destino final. Un detalle que los delivery's locales y los usuarios de las entregas de comida rápida aprecian como 'valor agregado'.
"Para mí es un servicio de gran apoyo y utilidad cuando se necesita", dijo Eliana Martínez, una exprofesora de secundaria de 78 años en el área de la bahía de Tampa. "No es muy seguido eso de estar llamando porque tengo que cuidarme con las grasas, pero cuando provoca algo diferente ¿por qué no?", se preguntó la mujer.
La satisfacción de poder respaldar a la comunidad sin dejar de hacer el número de negocios o entregas correspondientes que se requieren para continuar en el rubro y no dejar de ser competitivos, representan una satisfacción que Rives comparte con su propia familia. incluyendo a su esposa Mileydy, enfermera de profesión, y sus hijos Alex y Jimmy.
"Vengo de una isla donde hay mucha necesidad, pobreza y todo lo que quieras. Pero uno jamás dejaba de cuidar a sus mayores", dijo Rives. "Así que no veo por qué no se puede hacer lo mismo aquí, en este gran país, y hacer empresa. Es cuestión de calidad humana y también de sentido empresarial".
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