TAMPA - En el hogar de Edgar Pastor Morillo, de 73 años, y su esposa Nancy Piña de Morillo, de 69, el ambiente musical tradicional de Venezuela se vive, goza y hereda. Así lo demuestran a simple vista los instrumentos de cuerda que están colgados en las paredes, las fotografías familiares de conciertos y los tambores de cuero adornados con el listón tricolor venezolano.
La guitarra, el cuatro, la tambora y las maracas, todas son interpretadas desde el alma por esta pareja de esposos, originarios de Barquisimeto (Morillo), y de El Tocuyo (Nancy), ciudades al noroeste de Venezuela.
Fue ahí, en El Tocuyo donde el destino unió a esta pareja hace más de cinco décadas.
"¿Quién no conocía a Nancy en El Tocuyo?", recordó Morillo. "Era la reina del folclor y formaba parte de un grupo musical llamado 'Nancy Piña y el conjunto Las Vocales'. Yo también formaba parte de otro grupo musical. Cantaba serenatas por gusto y porque se acostumbraban en los pueblos. Por afición".
Piña por su parte dijo que su primer contacto con el arte musical empezó en radio. "Todos los domingos, desde los siete años me llevaron a Caracas a cantar en la radio", recordó Piña. "También por afición, participé en espectáculos culturales porque siempre me ha gustado el arte y la música. Estuve en el orfeón (coro) del Liceo Eduardo Blanco donde estudiaba".
Tiempo después, en 1967 en El Tocuyo, Piña se convirtió en reina del Festival Folclórico del estado Lara. Fue entonces que comenzó a aprender danza y canto del folclor de su región, desde los ritmos del Tamunangue, que es un baile de siete sones, hasta tocar el cuatro (instrumento típico de Venezuela), la tambora y las maracas. Para 1968, Piña grabó un disco de larga duración (LP), en Caracas, bajo la dirección de Luis Alfonso Larraín. En ese mismo año, también representó al Estado Lara en el concurso nacional Miss Venezuela.
Morillo es médico graduado de la Universidad de Los Andes, en Mérida, Venezuela. Realizó dos posgrados, uno en Pediatría (y otro en Endocrinología Pediátrica, en México y Nueva York. Piña por su parte estudió dos años de Ingeniería Forestal en la Universidad de Los Andes.
Luego de la graduación de Morillo, y de un noviazgo de seis meses, Morillo y Piña se casaron y, al poco tiempo llegaron los hijos. Por 25 años trabajaron juntos en su consultorio como médico y asistente, respectivamente, hasta su retiro.
Sobre Venezuela
La pareja de esposos decidió emigrar por el declive del país suramericano.
"Cuando estábamos en Venezuela, Edgar trabajaba como médico, pero la situación se comenzó a empeorar primero con la inseguridad. Tuvimos un asalto en la casa y para ese entonces ya algunos de nuestros hijos habían emigrado a Estados Unidos", dijo Piña. "Nos habían pedido desde 2006. Así que decidimos venirnos definitivamente en 2012".
Hace dos años los Morrillo -Piña visitaron por última vez Venezuela.
"Nos tocó vivir la inseguridad y ver la miseria. Vimos lo que nunca: mucha necesidad, la gente flaca, demacrada, porque sólo pueden hacer una comida al día y porque, aunque tuviesen el dinero, no se consiguen los alimentos. Hay comida, pero a precios muy altos y solo se puede comprar en dólares", aseguró Morillo.
A su regreso a Tampa, los esposos se organizaron para ayudar a al menos 12 familias cercanas a ellos. Enviaron apoyo económico a "Cáritas de Venezuela" y "Casa de los Muchachos", una casa hogar donde una señora llamada "Paquita" de más de 80 años cocina 1,000 almuerzos diarios para los niños pobres y abandonados. Enviaban ropa, comida e insumos, desde Miami, pero, debido a la crítica situación es cada vez más difícil enviar los paquetes.
Piña recordó con tristeza que, hace apenas dos años, la crisis de su país le arrebató un medio hermano, de 42 años.
"Era diabético y no pudo hacerse la diálisis. Nosotros ayudamos con alguna diálisis, pero eran tan costosas. Así que murió por falta de medicina", dijo Piña.
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A la espera de que se supere la crisis humanitaria y renazca la libertad en Venezuela, los Morillo-Piña continúan su vida en el área de la Bahía de Tampa.
Hoy, con 48 años de matrimonio, tienen cinco hijos y ocho nietos. Todos comparten el amor por la música, y tocan instrumentos desde niños: Rosario, la hija mayor, toca el chelo y es cantautora y psicóloga de profesión; Raquel, que toca el violín, es médico, Daniel toca la flauta, piano, batería y es ingeniero; mientras que Edgar José toca el clarinete y es ingeniero de Sistemas.
Piña afirmó que el arte fue medular en la educación de su familia.
"Desde pequeños les inculcamos a nuestros hijos el amor a la música. Los llevamos al conservatorio. No era fácil porque había que obligarlos a 'pellizco limpio' a practicar", indicó Piña sonriendo. "Pero fue muy bueno, porque esto les creó una disciplina que les beneficiaría en muchas otras áreas de su vida como la espiritual y la de productividad".
Ambos recordaron haber amado y entregado su vida la cultura de la música
"Somos católicos practicantes, así que participamos desde jóvenes en los encuentros conyugales, tocando en los retiros de parejas y animando. La música siempre nos ha unido muchísimo. Teníamos muchas invitaciones a todos lados porque cantábamos. Somos bohemios de corazón", dijo Piña.
Aunque Morrillo reconoció que el adaptarse a la nueva vida en este país le costó estar desempleado y trabajar "en lo que saliera", actualmente es coach en salud (Whole Health Coach) en el Hospital de Veteranos James Hayley. Mientras Piña se encarga de criar a los nietos.
Como abuelos esa pasión por las artes musicales no ha parado, por el contrario, se ha multiplicado entre sus generaciones.
Pero de todos, fue su hija Gabriela quien se dedicó a la música profesionalmente. Es violinista y conductora de orquesta. Realizó sus estudios en la Julliard School, en Nueva York y actualmente dirige su propia fundación sin fines de lucro, "The Little Mozart Academy", en Ashburn, Virginia, para promover la música entre los niños. A través de esta fundación, invita a niños músicos de toda Latinoamérica para compartir con la orquesta y participar en un concierto.
Los hijos de Gabriela, nietos de los Morillo-Piña, también se dedican a la música profesionalmente. Madeleine, de 21 años, es violinista; Nicole, de 19, es chelista y Sebastián, de 13, es violinista también. Las dos mayores están en la Universidad de Shenandoa, en Winchester, Virginia, estudiando la carrera de música. Y Sebastián está en High School. Toca en la orquesta de "The Little Mozart Academy" y en la Orquesta de Loudoun County.
Pese al volver a comenzar y a los nuevos retos, los Morillo- Piña conservan la fe y el positivismo necesarios para seguir adelante. Ambos estudian e imparten cursos de biblia en la Iglesia de St Paul en Tampa. Y en 2014 se incorporaron al reconocido grupo folklórico local "Doc Omar y sus gaiteros" creado por Omar Inaty y promocionado por Juan Carlos Pinto. El grupo está compuesto por 12 integrantes, quienes promueven la música tradicional de gaita de Venezuela.
Morillo está al frente musical en el cuatro y Piña toca la tambora y es cantante. Con el grupo participan en varios eventos comunitarios locales, llevando su arte y folclor a las siguientes generaciones. Y es que el amor por la música es el motor de sus vidas.
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