Por Mario Quevedo
Especial para CENTRO Tampa
Bueno amigos, es que todo -o casi todo-, como que conspira contra el uso de los bienes que nos concediera nuestro Creador. El verano nos atropella con un calor insoportable. Casi lo único que pudiéramos celebrar es que parece que hasta Caruca se cansa rápidamente de pelear, no de hacer café.
Es época de días largos y calurosos. De patios que se dan gusto ofreciendo trabajo con el rápido crecer de la hierba. De patios que, también, como que nos horrorizan por el simple hecho de pensar en el salir a “jugar” con las maticas …. hay que ser guapo para hacerlo.
Nada, época que nos invita a la playa a pasar unos días descansando del “mundanal ruido”. Ah, sin embargo, si usted no es fanático del flotar siendo arrastrado por las olas, puede sencillamente sentarse a la sombra de una sombrilla y ver hermosos ejemplares desfilando por la arena. Total, a una cierta edad, Caruca comprende. Perro que ladra, -de verdad- no muerde……pero (ya llegó) se reserva el derecho a ladrar.
La realidad se impone. El aire acondicionado nos retiene a la sombra. La modorra nos arropa y por mas que queramos, el patio y su trabajo como que se convierten en un sueño ansiado.
Ya el almanaque indica que en realidad no es lo que se quiere, sino lo que se puede. Ese lujo moderno que conocemos, o insistimos en llamarle, el aire acondicionado, nos devuelve a la realidad. Como Toto, que en la tierra de Oz nos revela que la bruja no es real, el verano se nos hace más fácil y pasadero al darnos cuenta de que podemos escapar por un rato al calor sofocante.
Y, si amigos, se ya que hay quien se pregunta alarmado el fin que persigue hoy el que escribe. Es sencillo; como siempre, me propongo reflejar mi realidad. Es posible que usted la encuentre algo distorsionada, pero es mi realidad.
Mi realidad es que hay una cierta nostalgia en todo esto. Y que no es solo o necesariamente por el calor. Es, a lo mejor, un poco de nostalgia por sentirnos útiles.
Si, es verdad que el recuerdo de momentos en que nuestra comunidad tuvo una presencia profunda nos lleva a analizar un poco nuestra realidad.
No es que el almanaque nos golpee. Es que la realidad se impone.
Hoy vivimos una vida espectacular. Todo al alcance de la mano y con la posibilidad de cambiar de canal sin levantarnos de la silla. No tenemos, ni siquiera que hacer el esfuerzo. El aparatico cambia canales se encarga de ello y la profusión de alternativas nos puede confundir. A menos de que no seamos de una nueva generación nacida con todos estos tarecos.
Pero bueno, es una vida que en realidad es super especial. No sufrimos el calor terrible del Camagüey que vive en la memoria y nos acostumbramos rápidamente a la tranquilidad que nos ofrecen las maravillas del presente.
Vivimos, y disfrutamos, en una sociedad que nos permite el lujo de tener mucho de lo que la edad nos pida. Esa es mi realidad. Tratar de buscar soluciones sin crear problemas. A veces como el buscar soluciones a problemas que puedan no existir.
Hoy como que ya nos hemos acostumbrado a contar con medios de comunicación que se empeñan en mantener nuestro idioma. Ya nos acostumbramos a que no es solo el Columbia donde podamos disfruta de nuestra buena cocina. No tenemos que esperar a una cierta hora del día para que el “Conde de Lagunilla”, aquel querido Woody García, nos deje escuchar y disfrutar nuestra música, nuestras noticias y nuestro ambiente.
Ya como que se olvida la época cuando salía con odio la expresión de llamarnos –”cuban … ni….”. Ya no te sientes fuera de lugar si no estas en el West Tampa querido o en el Ybor que nos acogió. Hoy vivimos en casa propia porque aquellos viejos tampeños nos ofrecieron la oportunidad de ser emprendedores.
No se puede simplemente olvidar a los que abrieron puertas tumbando muros. Se puede salir por nuestra ciudad y disfrutar de la realidad pues ese puesto ha sigo ganado con sacrificio, trabajo y entrega verdadera.
Hoy creo justo y necesario dar gracias a aquellos “tampeños” que no solo nos aceptaron con brazos abiertos, sino con la mano extendida para ayudar. No seria posible hacer un recuento total, pero Don Emiliano Salcines si recuerda a aquellos que, junto a él y a Woody García representaban a los que nos recibían con cariño. Fueron muchos, muchos.
Hoy somos muchos y cargamos el peso de nuestra comunidad. Somos libres y podemos tomar nuestras propias decisiones. Da gusto vivir así y poder recordar algo del pasado.
Quevedo es periodista cubano. Trabajó en radio, televisión y tuvo su propio periódico ‘La Voz Hispana’. Para comunicarse con Quevedo: marioquevedo1@aol.com