Por Carlos Alberto Montaner
Especial para CENTRO Tampa
A su llegada a México por invitación del presidente Andrés Manuel López Obrador, el expresidente boliviano Evo Morales repitió la vieja consigna violenta de los comunistas italianos “La lucha sigue”. Pero ¿cómo continúa la lucha en Bolivia? Muy sencillo con el auxilio de sus amigos y su familia ideológica: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) colombianos; los cuerpos de inteligencia y guerrillas cubanos y cuantas personas estén dentro del aparato subversivo creado y coordinado por el foro de Sao Pablo, como admitieron recientemente Nicolás Maduro y Diosdado Cabello.
Dentro de ese espíritu las fuerzas especiales de la policía boliviana hirieron muy gravemente en combate al argentino Facundo Molares Schoenfeld, alias Camilo, un miembro de las FARC de 44 años que lleva más de una década peleando junto a los narcoterroristas colombianos.
Se supo quién era Morales porque su padre un juez argentino llamado Nestor Hugo Morales llegó precipitadamente para ayudar a su hijo y en su teléfono móvil, intervenido por la policía boliviana, aparecían conversaciones y datos que revelaban la importancia del personaje.
Facundo Morales era sin la menor duda un ideólogo y un hombre de acción, como lo fue el Ché Guevara, también argentino, en la década de los sesenta del siglo pasado, y sospecho, y me temo que correrá la misma suerte de su compatriota.
En Ecuador debido a la penetración de la inteligencia cubana han cancelado el convenio por el que Cuba recibía una buena cantidad de dinero por el alquiler de 400 médicos conocidos en la isla como esclavos de bata blanca.
Previamente la policía de Lenin Moreno había detectado la llegada de unos 250 cubanos al país con pasaportes oficiales en medio de la crisis por el precio de la gasolina, según dijo la ministra de gobierno ecuatoriana, María Paula Romo. Lo probable es que como consecuencia de estos hechos Bolivia, Ecuador, Brasil e incluso Chile rompan relaciones con Cuba.
Como me dijo Carlos Sanchez Berzain, exministro boliviano del presidente democrático Gonzalo Sánchez de Lozada, es muy peligroso tener vínculos con una nación que no respeta la soberanía de ninguna sociedad.
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La OEA ha continuado respaldando a Evo Morales, y lo hacen mediante la calificación de su renuncia como si hubiese sido la consecuencia de un golpe de estado. No hubo ningún golpe de estado, hubo un gravísimo delito electoral, un fraude descarado por parte de Evo que la ciudadanía se negó a admitir y que luego fue confirmado por la OEA. Evo Morales renunció porque fue encontrado con las manos en la masa y la policía y el ejército se negaron a respaldar sus infamias. Renunció porque sabía que el pueblo no estaba dispuesto a ir a una segunda vuelta con un tramposo de ese calibre y tendría que responder ante los tribunales de justicia e iría a la carcel por cometer un fraude de esta naturaleza.
Lo que ha sucedido en Bolivia podría tener repercusiones en Nicaragua y Venezuela. ¿Por qué? porque en los dos países existe el mito de la invencibilidad de los cubanos. Ya se sabe que fue inútil el consejo del embajador de la inteligencia cubana Rafael Zamora, quien le dijo a Evo Morales que resistiera las presiones del ejército y la policía porque ‘La Habana lo respaldaba’. Se demostró que el respaldo de Cuba no sirve para nada cuando el pueblo está en las calles como ocurrió en Bolivia durante dos semanas continuas y heróicas. Cuando eso sucede no hay contrainteligencia cubana que valga.
Carlos Alberto Montaner es uno de los periodistas más leídos del mundo hispánico. Para seguirlo visite: Elblogdementaner.com