TAMPA- Los fieles llevaban saris (vestido tradicional de India), mantillas, impermeables y bandas rojas, blancas y azules unidas con alfileres de la bandera estadounidense.
La celebración se realizó el viernes pasado durante la última misa del día en la Iglesia Católica St. Paul para rezar ante Jesucristo, Nuestra Señora de Velankanni (nuestra Señora de la Salud) y el Santo Niño de Cebú (Filipino). Por primera vez, en el servicio celebraron a los miembros de la iglesia que recientemente se convirtieron en ciudadanos estadounidenses.
Durante años, St. Paul se ha caracterizado por tener una congregación de inmigrantes multiculturales con feligreses provenientes de países latinoamericanos y africanos, así como de India, Filipinas, Armenia, Ucrania y otros lugares del mundo. En la iglesia han ofrecido espacio y recursos para que los íconos culturalmente específicos sean adorados bajo un mismo techo e incluso han ofrecido cursos de inglés y servicios de inmigración.
Cuando el sacerdote Bill Swengros notó que un número creciente de miembros lograron obtener su ciudadanía en los últimos años, sintió que era hora de que la iglesia reconociera formalmente este logro con una misa.
"Cuanto más tomemos la situación de los inmigrantes y la humanicemos, veamos el rostro humano en ella, más nos daremos cuenta de que estamos todos juntos en esto", dijo Swengros.
Durante la misa del viernes en honor a Nuestra Señora de Velankanni, un ícono mariano reconocido por cristianos, hindúes y musulmanes por igual, a los nuevos ciudadanos se les dio una decoración patriótica y se les reconoció con oraciones especiales y una recepción.
"No importa qué idioma hablemos. No importa en qué religión creamos. Realmente no importa en qué país nacimos"dijo Swengros en la homilía. "No importa qué bandera ondeamos sobre nuestras cabezas. Lo que realmente importa es que todos y cada uno de nosotros somos hijos de Dios y que estos estadounidenses han sido verdaderamente bendecidos".
Eloisa Pérez, de 76 años, inclinó la cabeza ante las palabras se Swengros.
Pérez llegó desde Cuba a Estados Unidos en 2012 bajo la política anterior de Ley de ajuste cubano conocida también como "pies secos, pies mojados". La cubana no perdió tiempo en prepararse para solicitar la ciudadanía. Durante los últimos dos años, Pérez tomó cursos gratuitos de ciudadanía ofrecidos en St. Paul por el abogado de inmigración Jorge Rivera.
"Las clases guían a los estudiantes a través del proceso de solicitud de ciudadanía, enfocándose principalmente en prepararlos para la parte de la entrevista que incluye un examen de historia y dominio del inglés", dijo Rivera.
Si bien siempre ha habido una demanda de estas clases, Rivera, quien ha enseñado en St. Paul desde 2014, dijo que ha habido un aumento en los estudiantes a medida que las leyes y políticas de inmigración continúan cambiando.
"La gente quiere garantizar su estadía", aseguró Rivera.
Pérez, quien juramentó como ciudadana estadounidense en enero, dijo que es un honor poder llamar a este país su hogar.
"Vine buscando libertad de expresión, libertad de expresión", dijo Pérez. "Desearía que todos aquí pudieran convertirse en ciudadanos como yo".
Durante la última década, el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS, por sus siglas en inglés) le ha dado la bienvenida a más de 7.4 millones de ciudadanos naturalizados. Durante el año fiscal 2018, fueron naturalizadas más de 757,000 personas.
Mientras proseguía la misa y sus lecturas bíblicas los asistentes escuchaban mensajes de paz, justicia y amor al prójimo, Swengros habló de la experiencia inmigrante de su propia familia, cómo la familia de su madre llegó como sirvientes contratados desde Irlanda y la familia de su padre llegó de un pequeño pueblo cerca de Hungría.
Recordó a los asistentes las luchas que muchos enfrentan al buscar un camino hacia la ciudadanía aquí, y exaltó los valores de una nación diversa.
También señaló que la ciudadanía estadounidense conlleva responsabilidades, que incluyen votar y hablar cada vez que el país cae en caos.
Alcides Romero, miembro de St. Paul durante la última década y que vino originalmente de Colombia, señaló que la retórica política actual ha generado temor entre los grupos de inmigrantes.
Sin embargo, Romero, de 61 años, quien se convirtió en ciudadano estadounidense hace dos décadas, todavía cree que la nación puede unirse debido a su diversidad y no a pesar de ella.
"Es genial que la filosofía de esta nación sea la inclusión de todos", dijo Romero.
Afuera de la iglesia llovía, pero eso no impidió que indios, filipinos, latinos y otros asistentes se reunieran en el centro familiar de la iglesia donde les esperaba un buffet de chana masala (plato típico de india), pollo al curry, perritos calientes y mazorca asada.
Y de postre, tarta de manzana.
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