Por Mario Quevedo
Especial para CENTRO Tampa
Pasó la Navidad, celebramos el Año Nuevo y sentimos el paso fugaz de los Reyes Magos. Ahora, a la realidad. A pagar cuentas, horrorizarnos con lo que vemos en la televisión y a dar cara a los problemas y sueños que se nos presentan.
Al hacer recuento nos damos cuenta de que muchas cosas que hemos señalado se mantienen igual. No vamos a hablar sobre la vida que, con la familia, conforma nuestro centro de actividad. Tenemos que ver ese medio ambiente que nos rodea y que representa los caminos a seguir si queremos ser personas de bien.
Podemos decir que algo; no mucho, pero (que temprano), algo se ha logrado. En West Tampa algunas calles se han tapizado para lucir un poquito mejor y facilitar el tránsito de nuestros autos. Estimo que solo se ha hecho para “vestir” un poquito mejor algunas vías de acceso al estadio ahora que viene el Super Bowl. Si no todo seguiría igualito. Pero yo acepto y celebro cualquier bache arreglado y no protesto por eso.
No quiero decir que se ha hecho lo que necesitamos o lo que quisiéramos. Recojo la realidad. Sigue West Tampa siendo el barrio de los baches, las cunetas profundas y las familias amigas.
Seguimos sin tener representación real en nuestra ciudad y, muy especialmente, de nuestro barrio. Sí tenemos, agradecemos y celebramos el parque Salcines que graba el trabajo y la vida de ese querido amigo. También una línea en una tarja (o escudo) frente a la biblioteca en la calle Howard donde se menciona algo de nuestra historia.
Sin embargo, yo vuelvo por los mismos y ya largos caminos que desde hace años transitamos. Sí, yo quisiera ver un reconocimiento al primer alcalde de mi barrio. No estaría fuera de la realidad tener una calle con el sobrenombre de “Fernando Figueredo Blvd.”. Sí, yo quisiera ver algo que nos recordara que la madre de Martí vivió algún tiempo -poco más de tres meses- en una de esas viejas casas en la calle Chesnut y que a lo mejor todavía sobrevive en nuestro barrio.
Sí, nuestros oficiales públicos; nuestros concejales, Guido Maniscalco, Joseph Citro, Charlie Miranda, John Dingfielder, Luis Viera, junto a Bill Carlson y Orlando Gudes, nos representan en nuestro gobierno y tienen responsabilidad por nuestro entorno. Entiendo que la oficina del alcalde – alcaldesa, tiene la responsabilidad final. Eso no resta responsabilidad a los que nos representan y a ellos debemos, tenemos que dirigirnos.
No es el tener servicios públicos que funcionen debidamente. Eso es simplemente cuestión de tener sistemas de policía, de recogida de basura, de agua o desperdicios. Funciones básicas y normales de gobierno.
Yo voy por la parte más profunda de simplemente estar al tanto de las cosas que tienen que mejorar. No me basta que parte del barrio se limpie un poquito más cuando se celebra el Super Bowl. Es cuestión de poner atención a las necesidades básicas.
Pero esto no se puede simplemente cargar a esos oficiales electos que con regularidad en tiempo de elecciones vienen a solicitar nuestro voto.
Nosotros tenemos la responsabilidad de dejarles saber nuestras necesidades. No podemos ser como ellos que se acuerdan de nosotros solamente cuando necesitan nuestro voto. Nosotros también tenemos la responsabilidad de dejarles saber que, si no se ocupan de nuestras cosas, no podrán contar con nuestro voto.
¿Quién tiene la culpa; el que mata la vaca o el que le aguanta la pata? No es más o menos culpa. En eso, es lo mismo un poquito que un mucho. Lo que está mal, está mal y hay que solicitar que se componga. Nosotros tenemos la responsabilidad de dejarles saber la necesidades o aspiraciones de nuestra comunidad. No podemos pasar lo que debe y tiene que ser nuestra responsabilidad.
Desafortunadamente no creo -o por lo menos sé-, que haya quienes se impongan la tarea de comunicarse regularmente con nuestros oficiales electos para dejarles saber nuestros problemas, dificultades o aspiraciones.
El político piensa en su reelección y se fija en los que presentan problemas y necesidades. No creo que nosotros podamos decir que fulano o zutano van con regularidad a comunicar a los oficiales electos nuestras necesidades. Mucho menos participar en un grupo que refleje esas necesidades. Nuestra falta.
Si ignoramos hasta el nombre de quien nos representa, entonces yo tengo que cargar culpa. Tenemos derechos y deberes y el principal deber, después del de hacer uso del privilegio en la votación, es el mantener líneas de comunicación para que ellos, oficiales electos, sepan de las necesidades del barrio. Esa es también nuestra responsabilidad y yo no me atrevo a señalar que la cumplimos. Pudiéramos pedir cuenta a ver quienes saben sobre sus oficiales electos o como comunicarse con ellos. Nosotros cargamos también parte de la culpa.
Quevedo es periodista cubano. Trabajó en radio, televisión y tuvo su propio periódico ‘La Voz Hispana’. Para comunicarse con Quevedo: marioquevedo1@aol.com