LARGO - Armando Acosta atesora varios recuerdos que destacan sus primeros años de vida en Estados Unidos, país al que llegó desde Venezuela en el 2000 junto con su esposa y sus tres hijos menores. Una de esas vivencias fue hacerse a la idea de que no iba a poder revalidar su título de ingeniero civil por falta de dinero y porque había que ponerse a trabajar para alimentar a la familia.
Otro recuerdo es su trabajo como voluntario en organizaciones y grupos de cuidado y adopción de animales en Tampa. Esta tarea, que le ocupaba un par de veces al mes, lo revitalizaba como ser humano y lo hacía sentirse renovado, explicó Acosta.
"Toda la vida he sido un apasionado de los animales, especialmente de los perros", dijo Acosta en una entrevista con CENTRO Tampa. "En Venezuela tuve perros de diferentes razas y, cuando llegué aquí, busqué la forma de estar cerca a ellos. Era algo irremediable".
Han transcurrido casi dos décadas desde el arribo de Acosta y su familia debido a la situación interna en Venezuela. En ese marco de tiempo Acosta ha sido testigo de varios hechos trascendentales, como la graduación con honores de sus tres hijos en la Universidad del Sur de la Florida, sus respectivos matrimonios y el hecho de que lo hicieron abuelo de cinco nietos (más dos, que están en camino). Pero no solo eso. Acosta pudo también ser protagonista de su propia historia de éxito como dueño de un negocio de cuidado y entrenamiento de perros, Rompin' Rovers, ubicado en Largo.
"Esto es, como dicen, un sueño hecho realidad", puntualizó Acosta. Y es que la iniciativa, más que un negocio o aventura empresarial, ha ido consolidándose como un apostolado desde su inauguración en el verano del 2012.
"Todos los días son diferentes y todos los perros, también", dijo Acosta, sonriendo. "Cada perro tiene un carácter, un estilo de ser y de comportarse. Por eso digo que no hay dos perros iguales".
En la industria del entrenamiento de perros de raza y de compañía Acosta no se define como un entrenador en el más estricto orden de la palabra sino como un guía o consejero que acerca a los dueños a sus mascotas. El objetivo es que los dueños entiendan a sus animales y, a la vez, puedan traducir su lenguaje corporal y sepan mantener el liderazgo eficiente sin tener que recurrir a la fuerza.
Para Acosta la tarea no es ligera pero tampoco imposible. Su ejemplo grafica lo dicho. Acosta se hizo entrenador por mérito individual y una voluntad que lo incentivó a investigar, entrenar y conocer a fondo el rubro. Durante años asistió a seminarios, charlas y encuentros con expertos en el tema dentro y fuera de Estados Unidos. Su entrega nunca dejó a un lado sus responsabilidades como padre, esposo y empleado de una compañía de construcción para la que trabajaba como asesor de ingeniería de pisos y plataformas de avanzada.
El olfato por los negocios fue también el ingrediente que solventó un proyecto que llamó la atención de la organización de impulso empresarial Prospera, en el 2017. Esta organización asesoró el plan de trabajo de Acosta y posteriormente premió su excelencia incluyéndola en la lista de los tres grandes proyectos de superación del 2018 en la región de Florida. La elección fue en base al crecimiento, excelencia e impacto económico del negocio de Acosta.
La idea de establecer un centro de cuidado y entrenamiento surgió durante una conversación informal que Acosta tuvo con su contador. En ese momento Acosta evaluaba la posibilidad de hacer una inversión en el corto plazo. El contador le comentó que conocía una persona que estaba en el rubro y le recomendó que lo conociese en persona. El encuentro entre Acosta y el empresario se realizó a modo de charla y Acosta salió convencido sobre la viabilidad de su idea.
Semanas después Acosta se entregó a la tarea de buscar un negocio (ya establecido) para reflotarlo y no comenzar desde cero. Así dio el primer paso.
"Empezamos con una base de datos de siete clientes. Hoy tenemos aproximadamente 35 perros diarios y cerca de 800 clientes entre hospedaje, daycare y entrenamiento", dijo Acosta.
La experiencia de Acosta es también reflejo de sus palabras y el amor que siente por los perros que se merecen una segunda oportunidad. Así ocurrió hace poco más de tres años cuando una amiga de Acosta y que administra una organización de cuidado y rescate de animales en Tampa le dijo que había un Rottweiler (hembra) de dos años de edad. El animal estaba a punto de ser sacrificado en un shelter del condado de Hernando debido a su agresividad.
Acosta se interesó por el caso y visitó personalmente al shelter para domesticar al Rottweiler y ganar su confianza hasta el punto en que pudo sacar al animal a la calle sin el riesgo de que fuese a morder a una persona o se pelee con otro perro.
"Fue todo un proceso", recordó Acosta. "Nadie podía acercársele, pero poco a poco fui ganando su confianza".
Durante el periodo de entrenamiento Acosta dijo que terminó adoptando al Rottweiler, de nombre Roxie. Hoy, ese perro que ha cumplido cinco años y al que todo el mundo temía y observaba de lejos en el shelter de Hernando, es pieza vital en el trabajo diario que realiza Acosta. Su presencia resume más acción que palabras.
"Roxie era agresiva por inseguridad y por miedo. Ahora 'trabaja' conmigo, porque me acompaña cuando tengo que ir a las casas de mis clientes", dijo Acosta. "Me ayuda en el entrenamiento y en la socialización con otros perros de diferentes razas. Es increíble".
En su agenda de trabajo Acosta sigue dándose tiempo para apoyar a grupos de cuidado y adopción de perros. Publica también videos y testimonios en las redes sobre sus técnicas de adiestramiento en su negocio. Cada rincón resume su entrega por un proyecto que hizo realidad con el apoyo de su familia.
"Todos colaboramos porque cada uno fue responsable en lo que hizo: mi esposa se hizo profesora, mis hijos se enfocaron en los estudios y yo creí en mi proyecto", sostuvo Acosta. "Fuimos pacientes, pero también constantes".
Ibsen García calificó el trabajo de Acosta de excepcional. García es dueño de dos poodles que recibieron lecciones de Acosta para 'corregir' sus hábitos a la hora de salir a pasear a la calle. En cuestión de días García dijo que Acosta rectificó el comportamiento de sus mascotas.
"Es definitivamente un gran entrenador y un buen amigo que entiende cómo trabajar con los perros", sostuvo García. "La confianza que da es muy importante".
Otro cliente, Robert Gallo, indicó que su perro Ellie, un Rottweiler de un año de edad, nunca escuchaba las directivas que se le daban hasta que lo llevaron a una consulta con Acosta. El cambio no se hizo esperar.
"Desde que comenzamos con las clases de Armando, ella (la mascota Ellie) escucha mucho mejor las órdenes que se le dan", comentó Gallo. "Hemos aprendido mucho, pero sobre todo aprendimos la importancia de ser consistentes en el entrenamiento".
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