TAMPA- Una vida de retos, contrastes y desafíos resumen la ejemplar vida de la activista mexicana Cielo Magdalena Gómez López. Originaria de Tenejapa, Chiapas, un municipio localizado en los límites del Altiplano Central y las Montañas del Norte de la Sierra Madre de Chiapas, México.
De ascendencia maya, Cielo Gómez, nació y vivió su infancia, con su familia, hermanos y abuelos en Tenejapa, un pueblo indígena con altos índices de analfabetismo y de movimiento migratorio hacia Estados Unidos.
Sus dos padres eran maestros bilingües, enseñaban en escuela elemental, en dialecto tzeltal y en español. Se iban toda la semana a la comunidad rural a dónde tenían que trabajar, dejando a Cielo y a sus hermanos a cargo de los abuelos, quienes le enseñaron su primera lengua: el tzeltal. Luego sus padres se encargarían de enseñarle español.
La niñez de Gómez tuvo dichas, pero ya desde entonces muchas pruebas de vida.
"Recuerdo que mi infancia fue muy dura, de niños padecimos hambre, necesidades. No creo que hayamos sido casos únicos, porque allá, las comunidades indígenas en México son muy marginadas y nosotros crecimos en esa situación", dijo Gómez. "A pesar de que mis papás eran maestros de educación bilingüe, nosotros siempre vivimos en mucha pobreza, no nos ajustaba para la comida. Nuestra dieta era puros frijoles y tortillas, nunca festejábamos cumpleaños porque no ajustaba, así que no teníamos esas costumbres".
Sin embargo, del ejemplo nació la vocación. Gómez admiraba especialmente a su madre quien nunca se conformó con quedarse en la casa, como indicaban las costumbres sociales de su etnia, sino que siempre buscaba cómo ganar el sustento y luchar por lograr lo que ella quería: tener su propia casa y que sus hijos estudiaran.
"Por otro lado mi papá no fue muy buen ejemplo", aseguró Gómez. "Todo el tiempo bebía, malgastaba su dinero, golpeaba a mi mamá, nos maldecía a nosotros. Vivimos mucha violencia doméstica dentro del hogar, hasta que él se fue, cuando yo tenía 11 años. De ahí crecí con la figura materna solamente y aprendí de mi madre que debía amar el estudio para ser alguien en la vida. Eso se me grabó en el corazón y en la mente: Si no lograba terminar mi profesión, no iba a lograr mis sueños".
Los retos de su infancia se intensificaron. Gómez, como niña indígena, sintió el sufrimiento de los menos afortunados: desprecio, rechazo, machismo y discriminación, mismos que todavía cree se practican hasta la fecha, en la sociedad mexicana y que le ha tocado sortear aún de adulta.
"Llevo 14 años fuera de México, pero creo que todavía existe esa discriminación muy fuerte. Desde pequeños fuimos rechazados porque se hacía mucha la diferencia entre los niños mestizos y niños indígenas, e incluso había una escuela a donde sólo asistían los niños mestizos y los otros que éramos mezclados o más indígenas estudiábamos en otra escuela y desde ahí se veía el rechazo, se veía la segregación", aseguró Gómez.
Luego, a causa de que sus padres tenían que trabajar toda la semana en las zonas rurales de Chiapas, en casa de sus abuelos, Gómez padeció de abuso sexual (por parte de un familiar) y eso "fue un reto que tuve que sobrellevar toda mi vida, un trauma que tuve que cargar sola, porque en nuestras comunidades indígenas, no se habla de esos temas", recordó Gómez.
Expresó la activista que hoy día superó ese trauma al punto que "ya perdoné a quien me hizo daño y a quienes no me apoyaron, ese capítulo de mi vida ya se cerró".
"Sí, muchas veces quise saber porqué me sucedieron esas cosas, hasta la fecha no tengo una respuesta concreta, pero cuando veo casos así en la comunidad o con la gente cercana, me da rabia e impotencia, pero siempre busco qué puedo hacer, algo para ayudar en esos casos, y lo hago, porque sé lo que se sufre al pasar algo así", sostuvo con firmeza.
El colorido y la herencia ancestral de San Cristóbal de las Casas, cabecera del Estado de Chiapas y mayor centro urbano de la región de Los Altos, fueron la inspiración de Gómez para su aún desconocido futuro.
"Veía cómo muchos turistas llegaban de todas partes del mundo, hablando otras lenguas e idiomas y, también por influencia de mi hermano mayor que cantaba en inglés, pensé en aprenderlo también", dijo Gómez.
Desde la enseñanza media, Gómez tomó clases de la lengua de Shakespeare y desde ahí empezó su fascinación con este idioma. En 1999, se graduó de la preparatoria y justo un semestre antes, habían abierto la Licenciatura para Maestros de Inglés, en San Cristóbal de las Casas, en la Universidad Autónoma de Chiapas. Aplicó y con muchos esfuerzo y sacrificio, se graduó de la carrera en el 2004.
"Para mí, lo mejor que me pudo haber pasado fue haber estudiado esta licenciatura que me abrió las puertas a un infinito de posibilidades", afirmó Gómez.
Luego de graduarse, consiguió un trabajo, pero no alcanzaba a cubrir sus gastos. Las pocas horas que le salían le quedaba a Gómez a tres horas de su casa. Lo que devengaba no le alcanzaba ni para los transportes.
"Mi mamá me decía no desesperes, pero quede embarazada y veía que todo el esfuerzo que había realizado quedaría en un limbo", dijo Gómez
Fue entonces que decidió emigrar a Estados Unidos.
"Me vine con quien entonces era mi pareja sentimental y, literalmente, llegamos con la ropa que traíamos puesta, directamente a Tampa, a donde él ya había estado antes, por influencia de otras personas de Chiapas, que ya estaban acá. Llegando acá, descubrí que, en Tampa, había una población de Chiapanecos muy grande", contó.
Destacó que atravesó la frontera tras caminar más de un día.
"No me enorgullece haber llegado de esa manera, pero no voy a esconder mi pasado", recordó Gómez, quien ha tenido que sobrellevar el miedo por 14 años .
Según el Colegio de la Frontera Sur (Ecosur-2005), en menos de 10 años, alrededor de 300 mil chiapanecos, ya se habían establecido en Estados Unidos; 65% de los cuales eran campesinos e indígenas. Además, de acuerdo con el Departamento del Trabajo de Estados Unidos, la presencia de trabajadores migrantes originarios de la región Pacífico-Sur de México, en la agricultura estadounidense, habría pasado, en ese entonces, del 7 al 20 por ciento, de 1989 a 2009, de acuerdo al último Censo del National Agricultural Workers Survey (NAWS).
Por otro lado, datos el Censo de Población del Instituto Nacional de Estadística y Geografía 2010, la mayor inmigración de chiapanecos a Estados Unidos fue entre los años 2002-2005. Se contabilizaron, alrededor de 5,000 chiapanecos en Tampa, la mayoría provenientes de la zona "Los Altos de Chiapas", donde se concentran la mayoría de las comunidades indígenas, distinguiéndose grupos de San Juan Chamula -que son tsotsiles-, de Arriaga, Bachajón, Túxtla Gutiérrez, San Cristóbal de Las Casas, La Candelaria, Tenejapa y Zinancatán, para un total de más de 200 familias chiapanecas en el área de la Bahía de Tampa. La ocupación promedio es: trabajadores del campo, jardinería, construcción y limpieza de casas.
Estas comunidades mexicanas en particular se distinguen por su unidad en localización geográfica, así como en organización comunitaria, con el objetivo de procurar la promoción y preservación de su lengua, raíces y tradiciones.
Mientras Gómez se adaptaba al nuevo sistema de vida estadounidense, pudo experimentar en carne propia, las vicisitudes de la inmigración y sus retos.
"Poco a poco me di cuenta de que no sólo era yo, sino que había muchísimas personas aquí, pasando lo mismo, de mi mismo lugar de origen y que, en mi razonar decía: si yo que tengo preparación, que tengo una licenciatura, que se hablar inglés, hablar español, usar la computadora, estoy batallando, no me puedo imaginar estas mujeres como harán para ayudarse a ellas mismas", dijo la activista. "Eso despertó en mí, un sentimiento maternal, de querer servir, proteger a mis conciudadanos, de decirles 'está bien, no te preocupes, yo te apoyo'. Aunque sólo fuera leyéndoles algún comunicado en inglés que hubieran recibido por correo, ya con eso era bastante".
Fue así como nació el espíritu de servicio comunitario de Gómez, con esa mezcla de ver, sentir y vivir lo mismo que sus paisanos, inmigrantes mexicanos, provenientes del sur de México, de estar en los mismos zapatos de ellos, comenzando de cero, buscando el sueño americano.
En 2009, por primera vez, llegó a ofrecer sus servicios a Tampa, el Consulado Móvil de México en Orlando. Gómez se ofreció de voluntaria para ayudar a sus paisanos a llenar sus documentos y a traducirles. La aceptaron y ahí se quedó, por muchos años ayudando a su comunidad.
Un día llegaron a buscarla dos consejeros del Instituto de Mexicanos en el Exterior, y le dijeron que una persona que había abierto una Casa Chiapas en Utah, y que estaba interesada en buscar más chiapanecos en el país. Se trataba de Rhosby Barker, quien había logrado mucho con el gobierno de Chiapas, durante la administración de Juan Sabines del 2006-2012, y con esa ayuda había abierto Casa Chiapas en Utah, en agosto de 2009. En 2010, Barker vino al área y personalmente le pidió a Gómez que fuera la presidenta de Casa Chiapas Tampa.
Fue así como el 4 de octubre de 2011 se fundó la Casa Chiapas en Tampa, en el mismo lugar donde Gómez trabajó como voluntaria. En la inauguración estuvieron representantes del Consulado de México en Orlando, entonces bajo la dirección de la cónsul Lesdy Martínez, la fundadora de Casa Chiapas Utah, Rhosby Barker y otras autoridades locales. En 2014, Casa Chiapas obtuvo el estado 501 (C) como organización sin fines de lucro.
A lo largo de los años Casa Chiapas ha desarrollado servicios como: alfabetización de adultos, liga de baloncesto para adultos, liga juvenil de fútbol (edades 5-12), colaboración y asociación con el Consulado de México, interpretación de idiomas (idiomas mayas, español e inglés), consultas legales y referencias, eventos comunitarios y actividades culturales.
Casa Chiapas también celebra la cultura chiapaneca y ayuda a mantener lazos comunitarios y transnacionales. Ha recibido el estatus de Plaza Comunitaria del Instituto Mexicano de Mexicanos en el Extranjero y colabora con el Gobierno del Estado de Chiapas y el Consulado de México en Orlando, a través de la provisión de diversos servicios y programas.
Actualmente la directiva de Casa Chiapas está conformada por Romeo Gómez, presidente; Cielo Gómez, fundadora; Alma Palacios, tesorera; Verónica García; eventos comunitarios y culturales; Hilda Pantoja, coordinadora y David Aponte, contador.
Gómez, afirmó que Casa Chiapas se mantiene económicamente de donaciones de particulares, así como de apoyos gubernamentales por parte del Estado de Chiapas, con quienes esperan reforzar lazos en este nuevo cambio de gobierno en México.
"Pero sin duda, uno de nuestros mayores logros es coadyuvar a la unidad de nuestra comunidad indígena. Saber que hemos cambiado rumbos de vida de diversas personas y familias para bien, es la mejor paga que podemos tener", aseguró Gómez.
Desde el 2008, Gómez, ha sido traductora del tsotsil-inglés, tzeltal- inglés en la 13ª Corte Judicial del Condado de Hillsborough, en la 9ª Corte del Condado de Orange y en la 12ª corte del Condado de Manatee. Al igual que en hospitales, clínicas, cárceles, y agencias privadas.
En 2015 Gómez fue candidata para Diputada Migrante por el Estado de Chiapas por el partido Movimiento Regeneración Nacional (MORENA), donde no obtuvo el triunfo, pero sentó, sin duda, un precedente significativo.
Su labor le ha llevado a recibir importantes reconocimientos como: "Salute to Latinas", de la Universidad de la Florida, el Premio Ohtli, el máximo reconocimiento que otorga el gobierno de México a miembros de la comunidad mexicana en el exterior, entre otros premios. Ella es sin duda alguna un verdadero valor latino en Estados Unidos que dignifica las etnias indígenas, hispana y latina.
Actualmente, Gómez cursa el segundo semestre de Maestría en Ciencias Políticas en la Universidad del Sur de la Florida.
Pese a todas las dificultades y barreras en el camino, en el futuro, Gómez se percibe a sí misma alcanzando sus más tempranos sueños.
"El propósito de estudiar esta maestría es para empaparme en la política y asuntos sociales y así algún día realizar mi anhelo de ser la primera mujer gobernadora, de origen indígena de mi estado Chiapas. Y servir para bien de la comunidad con oportunidades de igualdad para las comunidades indígenas", dijo Gómez, quien defiende sus raíces.
"Quiero que la gente sepa que los pueblos indígenas existimos, que somos seres humanos, que tenemos una cultura milenaria y que somos dignos de ser escuchados. Que no se vale que cualquier persona que se sienta superior a nosotros, venga y nos quiera aplastar", enfatizó Gómez. "Nuestro problema es que hemos sido marginados, desde nuestro propio país, en nuestra propia tierra. Somos el equivalente a los nativos de este país. Estamos mal representados, social y gubernamentalmente. Sin embargo, esperamos una reforma migratoria justa e integral y los espacios públicos para ser escuchados y representados. Mientras ésto llega, seguiremos luchando para ganarnos nuestro lugar a pesar de las barreras."
Para saber más de Casa Chiapas visite Casachiapastampa.org o comunicarse al Tel 813-345-1128.
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