Bueno amigos; ya ustedes saben que, por costumbre, este cronista es algo olvidadizo y terco en muchas ocasiones. Sin embargo, nunca se me ha acusado de haber dejado pasar desapercibido un encargo que se me haga. Mucho menos un reto. Es posible que a veces la lentitud de los años haga parecer olvido, cuando es solo una cierta dificultad en algunos momentos en la concentración necesaria.
Y bien, hace ya algún tiempo nuestra querida y siempre respetada editora como que me lanzó un desafío que, si no he contestado antes, puede cargársele a vagancia por escribir. Póngale usted el nombre que quiera, que como el Chapulín Colorado solo contestaré "eso, eso, eso" y aceptaré cualquier acusación que se me haga, mientras se reconozca holgazanería como motivo.
Y después de esta ya larga introducción, habrá quien se rasque la cabeza preguntándose por dónde vienen ahora los tiros. Pues bien, nuestra editora, Myriam Silva-Warren, como que me retó a revisar el porqué el amigo Orlando Rodríguez nunca alcanzó el grado de General del Ejército de Estados Unidos.
Ya teniendo una buena idea, me lancé a buscar alguna información y tratar de llegar a la raíz de la cuestión. Bueno, y creo que la única explicación que puedo encontrar es que Orlando, el coronel que casi no podía caminar derecho por el peso de las medallas que cargaba en el pecho, era demasiado cubano para ser aceptado en tan alto rango. Coronel era el máximo disponible.
No fue el Coronel Rodríguez el único en ser víctima de ese señalamiento. Hubo un total de ocho héroes veteranos de la Brigada 2506 y del desembarco en Girón, que alcanzaron con sus meritos, valor y estudios, el rango de coronel: Reynaldo A. García Martínez, Manuel A. Granado Díaz, José Raúl de Varona, Juan A. Montes, Néstor Pino-Marina y Johnny López, en el Ejército y el capitán de Fragata Mario J. Lamar, en la Armada. Ya de ellos, tres disfrutan hoy junto al Señor del puesto que ganaron con sus vidas intachables.
Fueron héroes en Girón y sirvieron con valor y dignidad en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. Siempre se destacaron por su arrojo y entrega a los principios de libertad por los que muchos de sus compañeros derramaron su sangre en cruentos combates. Fueron ejemplo de lo que debe –y tiene que ser- el hombre de bien. Pero, eran cubanos que no podían, por sus mismos principios, olvidar sus raíces.
Y cuando hablo de que ese ser cubano sirvió para truncar sus carreras, me refiero específicamente a un documento que firmaron aquí en Tampa en enero de 1990. De Militar a Militar; "Para Cuba Ya Es Hora". Dado a conocer precisamente aquí, en nuestra ciudad, Cuna de la Independencia de Cuba.
El histórico documento, dirigido a los miembros de las Fuerzas Armadas Cubanas, buscaba aquellos puntos en la historia que los unía por encima de lo que los separaban y analizaba la responsabilidad histórica ante los acontecimientos ocurridos en la Europa Oriental donde las Fuerzas Armadas se habían unido a sus pueblos demandando democracia y libertad.
Apelaba aquel documento al soldado cubano a seguir al ejemplo del rumano que, confrontado por su consciencia ante la orden de disparar contra su pueblo, tuvo el valor de defenderlo y apoyarlo, convirtiéndose en héroe de la historia.
Por mi propia determinación, –sea real o no-, esa fue la razón principal por la que ninguno de aquellos valientes, incluyendo al coronel Orlando Rodríguez, se les premió con el grado de general.
Ellos todos, sin haber alcanzado el grado, sí alcanzaron algo con un valor afín; el respeto y admiración de quienes hemos tenido el privilegio de haberlos conocido y de un pueblo que siempre agradecerá el sacrificio de sus mejores hombres. Ellos tienen una historia imborrable, escrita en los campos de combate y defendiendo la libertad. Ellos han sido ejemplo y han marcado el camino a seguir del hombre cabal. Gracias Orlando, y a sus compañeros, por el respeto que se han ganado.
Ahora espero que mi querida editora comprenda un poquito mejor las circunstancias de esa situación. Usted pidió y yo, como que he tenido que dar una explicación. No en balde se quiere y se respeta al buen amigo que supo hacer propio el lema Amare Patria est nostra lex "Amar a la patria es nuestra ley".
Quevedo es un periodista cubano que reside en Tampa. Trabajó en radio, televisión y tuvo su propio periódico 'La Voz Hispana'. Para comunicarse con Quevedo escríbale a: marioquevedo1@aol.com