Por Raquel Aché
Especial para CENTRO Tampa
La muerte. ¿Realmente podemos prepararnos sicológicamente para aceptar este proceso de la vida? ¿La perdida?
Indiscutiblemente una de las situaciones más tristes y dolorosas a las que nos tenemos que enfrentar tarde o temprano es la muerte. Sin embargo, podemos prepararnos para ese evento. Perder un ser que hemos conocido nos trae un vacío. La despedida de un ser que amamos nos produce una profunda tristeza, un sentimiento de que algo ha cambiado dentro de nosotros, es algo inevitable.
Este dolor nos indica el comienzo de un camino individual porque nuestro ser querido se ha ido para siempre.
Es allí cuando comenzamos a elaborar con el tiempo el verdadero duelo. Cuando se acepta la muerte es cuando se deja de pensar en el pasado y se puede dirigir de nuevo la energía creadora al presente, en esta vida y en los vivos. Logramos recuperarnos recordando al fallecido, sin sufrimiento, aprendemos a vivir sin él, sin ellos sin olvidarlos.
Podemos decir que se ha elaborado un duelo cuando se acepta esa muerte. Es importante conocer las fases del duelo por la muerte de un ser querido. Por ello debemos prepararnos espiritualmente, reafirmándonos cada día y conociendo el significado de la muerte sin miedo.
Entiendo que no le veremos físicamente, que esa materia se queda acá. Su espíritu se eleva y acá nosotros quedamos a sabiendas que la muerte es de todos y para todos. Haremos de ese viaje un camino de amor y recuerdos que no serán de dolor sino de celebración por la vida en si.
Estar al lado de quien padece el incomprensible despego es sumamente importante desde el punto de vista de encuentros de alma, fortaleza y espíritu. Con amor, el doliente recibirá esa conexión que irá adoptando su dolor con recursos de superación y sanación del dolor.
Les comparto con el corazón experiencia de los conocimientos. Sin pretender que será fácil. No, pero conociendo las fases del duelo por la muerte de un ser querido, ayuda al doliente adoptar recursos de afrontamiento ante cada una de estas, entre las cuales: La fase de entumecimiento o shock: aparecen reacciones como el aturdimiento, la negación, la ira, y la no aceptación de la pérdida.
El anhelo y búsqueda: la persona siente una añoranza intensa y busca a la persona fallecida. Es frecuente en esta fase la inquietud física y los pensamientos permanentes sobre el fallecido.
La desorganización y desesperanza: destaca la sintomatología, similar a la depresión, como es el caso de la apatía, la indiferencia, el insomnio, la pérdida de peso, y la sensación de que la vida ha perdido sentido. Todo ello se acompaña de recuerdos constantes del fallecido.
La reorganización comienza a remitir los aspectos más dolorosos del duelo, y el afectado empieza a experimentar la sensación de retomar su vida. En este momento los recuerdos del fallecido combinan emociones como la alegría y la tristeza.
Es importante tener en cuenta que estas fases en ningún caso son estáticas. Es decir, a pesar de que progresemos en el proceso de duelo, pueden existir días (e
incluso semanas) en los que la persona se sienta tan mal como al comienzo del
proceso, sin que esto signifique que haya retrocedido en la elaboración del duelo.
Aferrados al amor a la fe y al deseo de continuar siendo cada vez mejor alcanzando la verdadera felicidad como es la superación del dolor. A través de la aceptación, el crecimiento del alma y la reafirmación del espíritu.
Una verdad tácita, la muerte como lo es la vida y los designios de Dios.
¡Solo están muertos cuando los olvidas!
En amor ante esta situación. De necesitarme estaré para Uds.
Bendiciones.
Escríbale a Raquel: alquimiaesp1@hotmail.com