Especial para CENTRO Tampa
Bueno amigos, ya que como el verano nos inclina a disfrutar un poco más las comodidades modernas. El aire acondicionado, o simplemente la sombra en la casa y un ventilador, nos atraen a disfrutar después -o antes- de salir un rato a trabajar-jugar en el patio.
Si, ese es el hoy que me lleva a recordar. Tomando un poquito de café y tratando de remontarme a tiempos antiguos. Si, desde hace más de medio siglo, aquí en Tampa hemos tenido una comunidad que siguió los pasos de aquellos que se establecieron originalmente cuando Martí vino a compartir con los tabaqueros que tanto tanto ayudaron a alcanzar la libertad de Cuba.
Puedo buscar en la mente perdida algunos detalles; pero (ya desde temprano), cada uno recuerda con lo suyo. Y los míos son recuerdos agradables, aunque ya más se olvida que lo que queda grabado. Se que mucho quedará en el tintero y que ustedes, queridos lectores, sabrán comprender.
Recordar lo bueno después de más de medio siglo es fácil. Lo bueno siempre queda grabado. La Patria Libre; aquellas dos casonas con amplios portales en nuestra calle Dewey justo a la esquina con Armenia; el ajetreo soñando con el regreso a liberar la patria. Nada amigos, cosas de jóvenes idealistas que buscábamos el tiempo para compartir con las muchachitas …. Y siempre contando con chaperona.
La Patria Libre fue un esfuerzo original de un grupo de maestros cubanos; hubo muchos, pero la vieja memoria me fija a Raúl Lastra, Don Cosme Herrera, el doctor Roberto Martínez, la doctora Ana María Crespo …. Se que olvido a muchos. Una escuelita que comenzó en el parque McFarland donde bajo la sombra acogedora de sus amplios árboles, los maestros trataban de mantener algo del sentimiento cubano entre los muchachos jóvenes. Aquellos maestros …. fueron muchos, …. se sentían con la obligación de pasar a la nueva generación algo de su devoción a la patria arrancada.
Luego, con los meses, se alquiló un local en la calle Columbus Dr., a solo una cuadra de la Ave. Florida. Allí nos reuníamos a aprender algo de los maestros y soñar con la reconquista de la libertad. Si, y por que no decirlo, a compartir con las “muchachitas”. Se ofreció terreno fértil para compartir sueños, momentos alegres y también sentir el cosquilleo del “enamoramiento” o simplemente la felicidad de no ser un completo extraño. No ser un personaje sencillamente simbólico.
Si, en un par de ocasiones manos malvadas pretendieron quemar la puerta de entrada. Nada, envidia y rencor de pequeñas personas que no aceptaban que hubiera quienes teníamos como meta volver a disfrutar de una Patria Libre.
Fueron los tiempos cuando Joe Bravo, aquel que llevaba años aquí en Tampa, utilizaba la amistad con alguien en la Florida Steel para encontrarnos trabajo. Allí vimos maestros, abogados y profesionales de todo tipo dar ejemplo peleando con aquellas enormes planchas de hierro. Nunca una queja. Siempre agradecidos por la oportunidad de volver a empezar. Tiempos duros que dejan buenas memorias. Era el reto de volver a ser persona y, se logró.
Tiempos cuando el presupuesto de salida solo alcanzaba para llenar el carro en el Drive Inn y después, café con leche y tostadas en el Columbia. Un buen samaritano que trabajaba como mesero -Juan-, siempre nos dejaba un extra para disfrutar. Sabía que ni propina podía esperar. Pero, disfrutaba viéndonos tratar de ser hombres y mujeres. Si, los buenos gestos ayudan a la formación.
En la Clínica Trelles el Dr. Martínez Corpas y William Blanc servían a la comunidad. En la Clínica Gonzales, en la otra esquina, con el Dr. Pérez eras recibido y tratado como persona; no como un número más. Contábamos con los excelentes hospitales del Centro Asturiano y el Centro Español. En “La Setima”, Carmita de la Grana buscaba y facilitaba viajar a tierras lejanas y en la tienda Raúl Vega, encontrabas no solo la ropa que necesitabas. Allí encontré yo a Caruca.
El olor a Cuba todavía permeaba el alma y el sueño del regreso se vivía diariamente. El olor a Cuba y el sueño, no han desaparecido. Siempre quedan allí clavados en el alma junto a los recuerdos. Total, eso somos, a eso nos debemos y por eso seguimos martilleando. Cosas de tozudez que ya no podemos fácilmente dejar de lado.
Pero, que es chévere pasear por los recuerdos. Los buenos cuentan mucho y total, eso es lo que yo busco. No es el cuento de que recordar es volver a vivir. Cuando se ha vivido con honradez, todo es simplemente vida real que no desaparece. Siempre está presente. Por eso hoy yo voy por ese camino, viejo, pero no olvidado y trato, todavía, de aprender algo de aquel pasado que hoy nos llena de presente.
Quevedo es periodista cubano. Trabajó en radio, televisión y tuvo su propio periódico ‘La Voz Hispana’. Para comunicarse con Quevedo: marioquevedo1@aol.com