Por Hernán Lugo-Galicia
Especial para CENTRO Tampa
Desde 1945, cuando Estados Unidos lanzó los ataques nucleares sobre territorio japones de Nagasaki e Hiroshima, se conoce el grave impacto de cualquier arma atómica o nuclear sobre el territorio-objetivo a destruir. En Japón, el Fat Man (Hombre Gordo) como se le conoce a la bomba de Nagasaki y el Little Boy como se le conoce a la bomba de Hiroshima, mataron entre 105,000 y 120,000 personas y 130,000 resultaron heridas. La radiación permaneció por un tiempo y se evidenció en la deformación física de los pobladores.
El hecho significó una derrota militar para el imperio japonés que, en ese entonces, pretendía imponerse al resto del mundo.
Desde entonces, las potencias ostentan el derecho a poseer armas de gran calibre y disponer del uso nuclear para su defensa o la generación de energía.
Hoy, en 2022, las amenazas de un conflicto mundial (el tercero, de darse) se desataron con la invasión de Rusia a Ucrania, a principio del año; las pruebas que efectúa Corea del Norte desde 2016 hasta la mitad de 2022; los preparativos de un enfrentamiento EEUU-China por Taiwán y la posición de las naciones del Atlántico Norte de unirse y responder a cualquier agresión.
El pasado 4 de octubre, EEUU y Corea del Sur dispararon 4 misiles, en reacción al proyectil de Corea del Norte que sobrevoló el territorio de Japón; mientras Rusia movilizó el submarino Belgorod con el torpedo “Poseidón” por el mar de Kara, que podría provocar un tsunami nuclear y acabar con pueblos en cosas norteamericanas y europeas; luego, Vladimir Putín envió un “tren nuclear” hacia Ucrania.
El Instituto Internacional de Estudio para la Paz de Estocolmo (Sipri) advirtió, en un informe, que el gasto militar mundial tuvo un aumento récord en 2021, el más alto en 34 años. Un total de $2.13 billones; o sea 0,7% más que en 2020, tendencia que se mantiene desde hace 7 años de manera consecutiva.
Las cinco potencias mundiales siguen el viejo adagio: “Si quieres paz, prepárate para la guerra” y han destinado 62% de ese gasto mundial a la industria armamentista. EEUU, 38%; China, 14%; y el resto, India, Reino Unido y Rusia.
El Instituto de Investigación sobre Desarme de la Organización de Naciones Unidas (ONU) tiene registradas 47 instalaciones rusas con armas nucleares, las cuales son vigiladas, vía satélite por EEUU; y cuenta con convenciones y tratados para dificultar la adquisición de los medios técnicos y recursos, por parte de los terroristas.
El presente artículo, no sólo pretende denunciar al ruso Vladimir Putin y al norcoreano Kim Jong-un como terroristas nucleares, sino crear conciencia sobre cómo enfrentar un eventual escenario nuclear y cómo ayudar a las organizaciones a difundir valores sobre la convivencia, respeto a las leyes, creencias, religiones e ideologías, como una manera sana de mantener las relaciones sociales y evitar peleas, conflictos o guerras.
La Harvard Kennedy School’s Belfer Center for Science and International Affairs señala 3 tipos de terrorismo nuclear o radiológico.
El primero, y más difícil de conseguir y con consecuencias más devastadoras, es la bomba nuclear de uranio.
La segunda es una “bomba sucia” fabricada con una fuente radioactiva de uso médico o industrial y, aparentemente, la más fácil de fabricar;
Y, la tercera, es la posibilidad que un grupo terrorista ataque o cometa un acto de sabotaje con explosivos convencionales contra una central nuclear.
A lo largo del tiempo, se han producido cinco incidentes en instalaciones nucleares que han alertado al mundo sobre sus efectos nocivos al ser humano.
La primera en Windscale Piles, Reino Unido (1957); la segunda, en Three Mile Island, Estados Unidos (1979); la tercera, en Kyshtym, URSS (1957); la cuarta, en Chernobyl, URSS (1986), y la quinta en Fukushima, Japón (2011).
Ahora, la primera prueba nuclear se hizo en el desierto de Nuevo México, en 1945, pero no causó daños humanos, ni materiales, debido a que se hizo en ese lugar desolado, y con los técnicos ubicados en sitios lejanos, según BBC de Londres, publicado el 4 de septiembre de 2017.
El trabajo detalla que, en 1961, la Unión Soviética, en pleno auge de la carrera armamentística, usó la bomba Zar, conocida como “el padre de todas las bombas”.
La bomba de hidrógeno emitió la energía de 50.000 kilotones, o 50 megatones. Según Rusia: “cuatro veces más poderosa que la lanzada por EEUU en Afganistán”. Zar destruyó todas las edificaciones en un radio de 55 km, en Sukhoi Nos, en el archipiélago ártico de Novaya Zemlya.
La Unión Soviética realizó -agrega la BBC- varias pruebas más con armas nucleares inmensamente potentes en los años 60, en Novaya Zemlya, que despidieron energía de entre 20 y 24 megatones.
No obstante, más de la mitad de 2,000 explosiones nucleares intencionales desde julio de 1945, han sido hechas por Estados Unidos, el único que las ha usado en guerra.
En noviembre de 1952, detonó la primera bomba de hidrógeno del mundo, Ivy Mike. Un dispositivo nuclear mucho más potente que las bombas atómicas, de 82 toneladas. Fue detonada en las Islas Marshall, en el océano Pacífico, que quedó destruida. El poder explosivo fue de 10 megatones.
En 1954, EEUU lanzó otra en Castle Bravo, Islas Marshall, en el océano Pacífico, de 15.000 kilotones.
En 1956, el Ejército norteamericanos hizo varias pruebas en el atolón Bikini.
En 1997, la Agencia Internacional de Energía Atómica señaló que el atolón Bikini no debía “volver a tener un reasentamiento humano bajo las condiciones radiológicas”.
La base de datos Geiger, adscrita a la Policía Internacional (Interpol), contabiliza más de 4.200 incidentes con materiales radiológicos y nucleares. Los primeros incidentes ocurrieron en 2002, y su nivel de gravedad varía desde la detección de chatarra contaminada al intento de venta de material nuclear. Geiger ha alertado sobre más de 40 notificaciones a la Interpol sobre estos casos. https://www.interpol.int/es/Delitos/Terrorismo/Terrorismo-radiologico-y-nuclear/Nuestra-respuesta-al-terrorismo-radiologico-y-nuclear
Naciones bajo amenazas
Los órganos mundiales investigan a gobiernos en el mundo que usan las armas nucleares; unos para intimidar, como pasa con Corea del Norte; y otros, por experimentos.
“Anteriormente solo había 5 países con armas nucleares: Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia y China; a estos se les sumó otras tres potencias, India, Pakistán, e Israel y muy posiblemente Corea del Norte. A estos países se le suman los grupos terroristas quienes han declarado su intención de adquirir, robar u obtener cualquier otra forma material nucleares para fabricar artefactos nucleares”, indican informes de la ONU.
En otras palabras, las cinco naciones mencionadas son potencias nucleares y el resto, con excepción de Israel, “potencias de facto”; es decir, que se adjudican el derecho a experimentar o dotarse de armas letales para defenderse de sus enemigos. Por ello, la seguridad nuclear genera preocupación y políticas de seguridad de muchos países si se analiza cada hecho. En 2010, por ejemplo, Estados Unidos calificó el terrorismo nuclear como la “mayor amenaza” a su integridad como nación.
En 2012, en la Cumbre de Seúl, 53 líderes instaron a las naciones que manejan plantas nucleares a reducir el uso de Uranio por ser altamente peligroso.
Luego, en 2016, la Organización de Energía Atómica alertó sobre el riesgo del aumento del terrorismo nuclear.
En septiembre de 2017, Corea del Norte detonó, de forma subterránea, una bomba nuclear. De 100 kilotones, lo que la haría cinco veces más potente que Fat Man.
El 23 de febrero de 2018, la Secretaría General de la ONU firmó el Pacto Mundial de Coordinación de la Lucha Antiterrorista de las Naciones Unidas, acordado con los jefes de 36 entidades miembros, la INTERPOL y la Organización Mundial de Aduanas. En 2019, el Pacto Mundial agrupa a 42 entidades, en calidad de miembros u observadores.
Y el 5 de agosto de 2022, Rusia y Ucrania se acusaron de promover una “guerra nuclear”.
Los hechos demuestran que los rusos usan la central nuclear ucraniana de Zaporiyia como “escudo”, pues desde allí lanzan los ataques contra Ucrania, lo que no pueden ser respondidos por temor a una explosión, cuyo radio de acción afectarían a la frontera rusa y a Europa del Este.
Extremistas y terroristas en EEUU
El gobierno estadounidense califica a 50 grupos extremistas violentos como terroristas de todo el mundo. De éstos, seis están listados a la izquierda. Miles de extremistas violentos pertenecen a estos grupos, apoyan sus ideologías, o están inspirados por ellos.
En la lista del FIB aparecen:
- Al Qaeda: “La base”, en árabe, es una red extremista global fundada en 1988 por el ahora difunto Osama bin Laden.
- Al Shabaab: Está en Somalía y busca reemplazar al gobierno actual a través de la violencia. Tienen bases en Yemen, Somalia, Argelia y Pakistán.
- Hezbollah: “Partido de Dios” es un grupo extremista basado en Líbano. Hizballah apoya el ascenso global del chiísmo, una rama del islam, y se inspira en la revolución iraní.
- ISIL O ISIS: DAESH ha matado a miles de hombres, mujeres y niños, la mayoría musulmanes.
- Kahane Chai: “Kahane vive”, fue fundado por el hijo de un rabino israelí-americano llamado Meir Kahane, quien fue abatido en 1990.
Ahora, también hay grupos de “Ideologías extremistas domésticas” en EEUU, según el FIB. Se trata de 6 organizaciones: Ciudadanos Soberanos Extremistas, Extremistas Anárquicos, Extremistas En Contra y a Favor Del Aborto, Milicias Extremistas y Supremacistas Blancos Extremistas.
Hernán Lugo Galicia es periodista venezolano exiliado en Estados unidos. Puede escribirle a hlugogalicia@gmail.com