TAMPA — Durante tres semanas entre mayo y junio, Ybor City ha sido el escenario de una iniciativa poco común. Jóvenes voluntarios de Christ in the City, una organización sin fines de lucro con sede en Denver, se unieron a la Diócesis de San Petersburgo para lanzar el programa “Street Ministry”, centrado en establecer relaciones genuinas con personas sin hogar a través del acompañamiento.
El programa, parte de “Summer of Service”, reunió a misioneros de todo el país. Su misión: recorrer las mismas calles todos los días para entablar amistad con quienes viven en situación de calle. Aunque distribuyeron alimentos y ropa, el objetivo principal era generar vínculos sustentados en el respeto mutuo y la confianza.
“La esencia del ministerio es crear relaciones duraderas con estas personas de forma constante para que se sientan queridas”, dijo Christian Marín, misionero colombiano y coordinador de la iniciativa. Explicó que quienes viven en la calle buscan ser reconocidos por su nombre, un gesto que puede marcar una gran diferencia.
La metodología del programa se basa en la constancia y la presencia continua. Al caminar regularmente por las mismas rutas, los voluntarios se convierten en figuras familiares y confiables, detalló Marín. Esa regularidad permite conversaciones significativas que pueden motivar a las personas a considerar la rehabilitación, buscar empleo o reencontrarse con sus familias.
La reacción de la comunidad ha sido “muy positiva”, señaló Marín, quien destacó que los vecinos valoraron un enfoque centrado en el ser humano, más allá de las cifras que se obtienen.
Esta iniciativa forma parte del Año Jubilar de la Esperanza de la Iglesia Católica y del reto “Un Millón de Actos de Misericordia”. Marín expresó que el programa está alineado con la visión del papa Francisco de acercarse a los marginados.
“Todos estamos llamados a esta misión de ver a quienes no son vistos”, afirmó Marín.
Forjar amistades verdaderas
Christ in the City forma a jóvenes de entre 18 y 28 años para que sean misioneros en ciudades como Denver y Filadelfia, donde la organización tiene sedes principales. La diócesis de San Petersburgo los invitó para desarrollar el programa de tres semanas en Tampa Bay.
“La idea es salir a la calle todos los días, conocer a las personas y, lo más importante, construir una amistad sincera con ellas”, comentó Marín. “No se trata solo de ofrecer ayuda, también queremos acompañarlos y estar presentes de manera permanente en sus vidas.”
Lo distintivo del ministerio es su enfoque relacional, que resalta la humanidad de quienes viven en la calle.
“Nuestro objetivo principal es restaurar la dignidad de aquellos que suelen ser invisibles para el resto de la sociedad —saludarlos por su nombre, preguntarles por sus inquietudes, recuperar su fe sin imponerles una religión, simplemente conversar con ellos”, señaló Marín.
A diferencia de programas que priorizan la entrega de bienes materiales, este ministerio se enfoca en el diálogo y la orientación, mostrando que existe un mundo lleno de posibilidades y desarrollo personal.
Si bien los recursos materiales siguen siendo necesarios, lo que realmente marca la diferencia es ofrecer una conexión humana sincera, indicó Marín.
“La mayoría de las personas en la calle necesitan ser escuchadas. Necesitan saber que a alguien le importan como individuos, no solo como beneficiarios de ayuda”, expresó. “A veces una palabra de aliento o apoyo puede ser más útil que algo físico.”
Enfrentar la carga emocional
Uno de los mayores retos para los misioneros es el impacto emocional de los encuentros en la calle.
“El desafío más grande es afrontar historias de vida marcadas por la soledad, la tristeza y, en ocasiones, la pérdida de la fe”, comentó Marín.
Estas experiencias pueden afectar emocionalmente a los misioneros, quienes no están exentos de sentir el peso de lo que escuchan.
“Es difícil ver a alguien que ha perdido tanto, que se siente invisible, incomprendido —personas rechazadas por la sociedad— y estar allí para tenderles la mano”, explicó. “Estamos preparados para esos casos, para enfrentar la tristeza que sienten y ofrecerles una sonrisa y un poco de esperanza.”
El trabajo en la calle exige fortaleza emocional. Los misioneros deben estar listos no solo para ayudar, sino también para gestionar sus propios sentimientos mientras acompañan a quienes buscan transformarse.
Amar sin condiciones
Aunque el ministerio tiene una fuerte dimensión espiritual, Marín recalcó que el propósito primordial no es el de evangelizar. No se busca convertir a nadie a una religión específica, sino ofrecer compañía y respaldo sin importar su creencia.
“El propósito aquí es brindar amor y aceptar a las personas tal como son: seres humanos”, afirmó Marín. “Esto me recuerda una frase emblemática de la Madre Teresa de Calcuta: ‘Amar hasta que duela’, que nos enseña que el sufrimiento ajeno nos afecta y lo sentimos como propio.”
Cuando surgen conversaciones de fe de forma natural, los misioneros están dispuestos a acompañar a las personas en ese camino espiritual.
“Muchas veces, las personas sin hogar tienen la posibilidad de acceder a una vivienda, pero no la aceptan porque no se sienten dignas, así que nuestra tarea es devolverles la confianza, traer de vuelta su identidad como personas”, explicó Marín.
El reconocimiento empieza por saber sus nombres.
“Lo primero que preguntamos siempre es el nombre, porque cuando alguien te llama por tu nombre, te está reconociendo como ser humano”, dijo. “A veces otros caminan junto a un mendigo y pasan de largo sin notarlo.”
De cara al futuro
Aunque el programa finaliza el 8 de junio, Marín expresó su deseo de que este pueda seguir ejecutándose en una próxima oportunidad.
“Por ahora, estamos enfocados en Ybor City, pero si se presenta la ocasión, quisiéramos seguir trabajando en otras comunidades del área”, comentó. “Nos encantaría venir con frecuencia y, si es posible, expandirnos a otras ciudades.”
Para que el ministerio continúe, se requiere de apoyo comunitario a través del voluntariado y las donaciones. Los misioneros dependen de la generosidad de quienes deseen colaborar.
“Vivimos de donaciones, todo lo que usamos a diario nos lo donan”, señaló Marín.
Las personas que deseen contribuir pueden visitar el sitio web de la organización o sus redes sociales para obtener información acerca de cómo ser voluntario o realizar las ofrendas.
“Si logramos que las personas se acerquen con una actitud genuina de servicio, podemos marcar una gran diferencia”, expresó.
“Street Ministry” en Tampa
Fechas: 18 de mayo al 8 de junio
Lugar: Ybor City
Objetivo del ministerio: Ocho misioneros de todo el país capacitaron a voluntarios locales en el modelo de Street Ministry mientras recorrían rutas, construían amistades y llevaban esperanza a personas aisladas e ignoradas.
Información: christinthecity.org / Diócesis de San Petersburgo: dosp.org