Especial para CENTRO Tampa
En el mundo de los sueños aprendemos que estamos para despertar cuando soñamos que soñamos. Nunca entendí bien lo que quiso decir el poeta, pensador o filosofo que lo dijo, aunque espero, confío y elevo mis oraciones porque no se refiera al que se acerca a la hora del despertar eterno. Eso sería como que muy duro, especialmente para uno que ha vivido su vida -siempre-, con un sueño por alcanzar. Queda esperanza.
También recuerdo a Unamuno. Y no es que hayamos tomado café en el patio de la casa con las flores de Caruca y Cecilia y la dirección de Chicho, sino que siempre he respetado al que ha demostrado sabiduría. Es una forma de aprender. Hoy vuelvo a rebuscar en rincones perdidos para chocar con su forma de pensar que tanto enseña: “De razones vive el hombre, de sueños sobrevive”. Y ese, mi amigo, es mi punto. Gracias a Dios, casi he vivido una vida de sueños. Alguna pesadilla de vez en cuando, pero (el pero de Quevedo), pesadillas que no han marcado la vida.
Dios, patria y familia. Con el orgullo de poder cantar a voz en cuello que tengo en el corazón mis dos patrias. Hay que tener melodía y ganas para cantarlo así a voz en cuello y así lo hago.
Sueños de niño en Camagüey y jovencito en los Maristas, el Tenis Club, la JEC, la catequesis, el jugar en las calles y “guerras” tirando piedras. Una mala pedrada que nos deja marca hasta hoy. Caminar a La Caridad a visitar las muchachitas. Hasta fiestas de quince. Vacaciones en Numero 1 y con los primos en San Jacinto. Visitarlos montando el Guimar; aquel bote que tanto disfrutamos con Rafaelito, el marinero que nos cuidaba.
El sueño de ser parte del proceso de libertad. Arresto por querer ser hombre siendo niño…. el tenebroso G2, el traslado al Vivac, juicio y condena a siete años. Como menores de edad, a cumplir en la casa. Despedida y el sueño de la familia en Miami. Tía, primos, colegio, graduación, muchachitas y la fiesta de graduación. Siempre con el sueño del regreso. Tampa, con la familia esperando los que poco a poco llegaban regularmente. Grupo de jóvenes que jugábamos a ser mayores; con amigos y amigas y el sueño de volver a Cuba. La Agrupacion Católica Universitaria; el Directorio Estudiantil, La Patria Libre …. Hasta conatos de “entrenamiento” preparando el regreso. Ya con familia cambian los sueños y ver los niños crecer; hacer vida de familia y establecerse; todo sin olvidar el sueño del regreso.
Fueron los tiempos de recuerdos enlazados con sueños. Los tampeños que nos recibieron con brazos abiertos. Dando al hierro en la Florida Steel; el O.L.P.H. y el Padre Piedra. El colegio que siempre encontraba lugar para un niño recién llegado. El cariño de las Caridades Católicas, De La Grana Travel, Raúl Vega.
Los sueños van tomando camino al establecernos; Cabo Cañaveral algo alejado; inicio de la familia. Siempre con el sueño del regreso … y de ser posible con las armas en la mano. Woody García, el tampeño-cubano que mantenía un simple programa de radio de poco más de un par de horas diarias y nos ofrece la oportunidad de adentrarnos por los caminos de una profesión digna. Comerciantes que con su empeño nos enseñan que se puede, no solo triunfar, sino hasta traer al presidente a nuestra Convención. Sueños de un futuro mejor.
La familia tiene, por obligación que la esposa recibe con sonrisa, que compartir el sueño que, aunque parezca inalcanzable, no se lanza por la borda. Volver a la patria que nos obligaron a dejar, pero que nunca se olvida.
Con edad que me ha permitido compartir y disfrutar los bisnietos, esa gran familia comprende -o hace muy bien el papel de que comprende- al que todavía vive el sueño compartido; Dios, patria y familia.
Y para finalizar hoy, me voy con uno de mis mentores y de quien mucho he aprendido; especialmente al dar cara a la dificultad. Dice Sancho Panza a su mujer, “no hay cosa más gustosa en el mundo que ser un hombre honrado escudero de un caballero andante buscador de aventuras. Bien es verdad que las más que se hallan no salen tan a gusto como el hombre querría, porque de ciento que se encuentran, las noventa y nueve suelen salir aviesas y torcidas. Sélo yo de experiencia, porque de algunas he salido manteado, y de otras molido; pero, con todo eso, es linda cosa esperar los sucesos atravesando montes, escudriñando selvas, pisando peñas, visitando castillos, alojando en ventas a toda discreción, sin pagar, ofrecido sea al diablo, el maravedí". Eso quiero decir yo también.
Quevedo es periodista cubano. Trabajó en radio, televisión y tuvo su propio periódico ‘La Voz Hispana’. Para comunicarse con Quevedo: marioquevedo1@aol.com