Por Patricia Arbulú
Especial para CENTRO Tampa
No hace mucho, alguien llamo al teléfono, era Ximena, una buena amiga de infancia, hace tanto que no nos veíamos, después de mi viaje a California, la comunicación que nos acercaba era el WhatsApp y por allí nuestras largas conversaciones con los chismes de lo que pasaba en la Yuma, nombre cubano al sur de la Florida.
Cada charla demostraba lo bien que la vida la estaba tratando. Dos años atrás se había casado, Rubén era el afortunado, se conocieron cuando ella reporteaba en un canal de televisión local y el era un ejecutivo de ventas. Se comprometieron casi de inmediato que se conocieron, su felicidad era inmensa al anunciar su matrimonio, Rubén era la luz de sus ojos, el hecho de ser una persona con algunos años más que ella acentuó su personalidad y la virtud del aprendizaje de una vida totalmente nueva para ella.
En cada charla siempre destacaba su relación, no había ninguna duda, el amor que sentía por él le brotaba por los poros.
Ximena no había sido fácil, sus encuentros con la vida le habían deparado enormes sorpresas con su familia y por allí, con algún amor nada correspondido. Fuimos cómplices durante mi estadía en Miami, quizás, sin pensarlo, fue mi hija sin ella saberlo. Mis hombros siempre estuvieron presentes ante alguna lágrima.
Hace unos días la tuve nuevamente, estaba al teléfono con una voz entrecortada. Intuí que estaba llorando, mi corazón se aceleró como cuando me contó la separación de sus padres ante una adolescencia carente de amor. Ximena, ¿qué pasa?, pregunte esperando una respuesta.
La respuesta entre sollozos fue: Pat, chinita linda, Rubén acaba de fallecer. ¿Qué pasó? ¿Cuándo fue?, mi sorpresa fue grande ante las lágrimas y gritos. El COVID se lo llevo, ¿por qué a él? ¿Por qué?, decía Ximena. Esas preguntas a las que yo no sé qué responder, qué decir a alguien que amas ante una noticia así.
Solo atino para responderle que él está en mejor vida, quizás Dios así lo quiso, ahora está con él cuidando de ti… Pat, si Dios es tan bueno como dicen, ¿por qué este dolor en mí? ¿Por qué Rubén, un hombre bueno y creyente, por qué?
Pienso que la vida tiene estas amargas sorpresas para nosotros, lo veo en Ximena, alguien que cambio su vida, para bien, después de un matrimonio soñado. El amor que algún día se juraron, el que uno dice que será para toda la vida, hoy ya no está allí. Dicen que Dios es justo y generoso, estoy convencida de ello, pero, cómo sacar de su dolor a alguien que perdió lo más valioso y amado.
Esta pandemia es escalofriante para muchos de nosotros. Algunos lo padecimos y salimos airosos, otros fueron menos afortunados y quedaron con secuelas en el cuerpo y los más desdichados jamás lo lograron y se fueron sin ningún familiar que los acompañara en su lecho de muerte, ¿cómo hacer empatía con ellos? Ximena está de luto, siente dolor por la pérdida y está atemorizada de lo que hará de aquí para adelante. Su vida cambió de nuevo.
Cuando un ser querido fallece, puedes tener la sensación de que todo se desmorona, Ximena está en ese proceso, acaba de empezar, no soy erudita en el tema, mi abuela querida falleció y creí que nada valía la pena por lo mucho que la amaba. Pienso que el duelo termina cuando alguien acepta la ausencia de esa persona, me pasó, también creo que ese duelo es diferente en cada persona de acuerdo con su fortaleza.
Lamento esa perdida, mis condolencias a quienes sufren el día de hoy, Dios está con nosotros ante nuestra rebeldía en pensar lo contrario.
Se acerca el invierno y el panorama, dicen, va a ser oscuro.
Arbulú es periodista peruana y presentadora del programa ‘Entre Nos’. Actualmente vive en Los Ángeles.Para escribirle: Patriciaarbulu30@gmail.com