Por Hernań Lugo-Galicia
Especial para Centro Tampa
¿Qué hace que un rebaño de acólitos monte vigilias frente a casas de los opositores en Cuba?
¿El adoctrinamiento o el hambre?
Las dos cosas, responden desde La Habana y en Tampa, Florida, pues hay gente convencida de que la revolución les ha dado todo, aunque —en verdad— no tengan nada. Otros solo reciben a cambio de los actos de repudio una bolsa de alimentos, una colonia o una foto de Fidel como premio.
Y es que la dictadura fidelista acudió a los adeptos para que mancillaran y atacaran a los opositores por una razón: Si las rosas blancas se manchaban de sangre, Miguel Díaz-Canel y el Partido Comunista alegarían que no fue una agresión del Estado y, por ende, negarían cualquier responsabilidad de los crímenes de lesa humanidad que se cometen desde 1959 hasta la fecha en la isla del Caribe, pero de modo específico el 15-N cuando estaba prevista la Marcha Pacífica por el Cambio.
La caminata hasta el parque Prado fue truncada por el despliegue del aparato represivo en toda Cuba, la presencia de grupos de choques (CDR, Boinas Negras, Rojos y hasta la Oficina de Asuntos Religiosos del PCC) ante las residencias de los representantes del movimiento Archipiélago, que promovieron la marcha, que puso a temblar a la cúpula castro-comunista.
La rosa blanca, una similar a la que portó una vez el poeta José Martí, pretendía recorrer La Habana y lugares emblemáticos de Cuba en protesta contra un régimen que, lejos de dar felicidad y bienestar a un pueblo, lo ha sumido en la miseria, en el atraso y ha convertido la isla en una cárcel con 11 millones de ‘reos’.
Ese 15-N, Cubalex (ONGdefensora de legalidad y derechos en Cuba) registró 25 detenciones; 19 hechas por las fuerzas represivas, entre ellos, 12 activistas; y la desaparición de otros 10.
El asedio a la casa del artista Yunior García fue la más conocida, no sólo por ser líder de Archipiélago, sino porque desplegaron una Bandera Nacional desde la terraza del edificio para que no pudiera ver, ni que lo vieran. Sin embargo, con una rosa blanca y tras los barrotes, escribió: “Mi casa está rodeada”. Allí, permaneció bajo acoso, hasta que fue desterrado al día siguiente a España.
Hasta el arzobispado de Camagüey fue “visitado” de, “manera espontánea”, por los fidelistas.
Un Estado de terror
Cuba vivió un intenso terrorismo de Estado desde el 12 hasta el 15 de noviembre, y aún hoy se mantiene.
El Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH) documentó 300 actuaciones represivas durante la semana mencionada. Hubo 104 retenciones domiciliarias y vigilancia policial; 55 citaciones a estaciones policiales; 37 amenazas; 12 detenciones y actos de repudio; y 28 cortes de los servicios de Internet.
En esa semana roja, fueron consideradas desaparecidas: Daniela Rojo, moderadora del grupo Archipiélago, y Yanilys Sariego, activista de derechos humanos.
El OCDH denunció que el régimen castrista aplicó una “represión meticulosa” el lunes 15 de noviembre en su plan de evitar la marcha o cualquier expresión popular en su contra.
En el reporte reseñan más de un centenar de acciones represivas; 29 detenciones, 7 actos de repudio y 37 casos de retenciones en domicilios con vigilancia policial.
Desde el 16 de noviembre, la dictadura se ufana que triunfó la revolución, que “el pueblo no cedió a las tentaciones del imperio y sus lacayos” y que, en consecuencia, se mantuvo fiel a Fidel.
¿Y puede considerarse una victoria el haber impedido la salida de su casa a Yunior García y otros dirigentes políticos y sociales?
¿Es un triunfo el callar, amedrentar o censurar a ciudadanos indefensos, cuya única “armas” eran la Constitución cubana que les garantiza el derecho a disentir, a manifestarse?
¿Es una victoria el impedir que una rosa blanca llegara al monumento de Martí en La Habana?
¿Es una gran hazaña prohibir que en las casas colgaran sábanas blancas o cualquier vestimenta de ese color? Hubo una derrota moral al castrismo.
El mundo pudo ver cómo un hombre lucía preso, indefenso, y en su mano, una rosa subversiva.
“Calles vacías a golpe de terror”, como lo describe el periodista Reinaldo Escobar en su artículo: “La humillante victoria de la dictadura cubana”, publicada en el portal 14 y medio.
Las calles fueron tomadas por las brigadas de orden del régimen que, con palos en manos, repelieron a quienes expresaron su descontento.
Son los llamados “comepingas” (sic) en la jerga popular o los nuevos “ComePcc” del Partido Comunista de Cuba, pues prefieren castrar cualquier acto que conlleve la libertad de su nación y optan por mantener vigente el manual de la represión de Fidel, instaurado desde hace 62 años.
Hernán Lugo-Galicia es periodista venezolano, perseguido por el chavismo a la espera de aprobación de asilo político en EEUU. Para escribirle hlugogalicia@gmail.com