Por Juan Carlos Chávez
CENTRO Tampa
TAMPA - Nadie sabe con certeza cuál será el impacto de la nueva edición de la Copa América en un ambiente tan enraizado como el que vive el mundo entero. La tensión es fuerte, especialmente en la región latinoamericana debido al azote de la pandemia y a la crisis humanitaria que sigue arrastrando.
Dicen que el fútbol es pasión de multitudes. Y eso es, precisamente, lo que se quiere evitar -la masa abierta- para dar paso al control obligado del público. La pregunta que en todo caso aflora es: ¿será posible alcanzar este objetivo en países como Brasil, el anfitrión, y el tercer país más golpeado en términos de fallecimientos y enfermos vinculados al coronavirus?
Nadie, con certeza, lo sabe. La jornada iba a realizarse en Colombia y Argentina, pero la coyuntura social y política, sazonada por la crisis sanitaria, hicieron imposible que se cumpliese la agenda pactada. De nada sirve llorar sobre la leche derramada. Sin embargo, realmente es una lastima que la confluencia de diferentes elementos terminasen por multiplicar las barreras que se habían planteado para la Copa América en dos países en simultáneo.
Muchos se preguntan ahora qué tan acertado puede ser continuar insistiendo en celebrar una jornada deportiva con tantos problemas, miedos y críticas de un lado a otro. Pese a que estamos hablando del certamen futbolístico más antiguo de su tipo, no hay muchas respuestas que zanjen el debate. Todo lo contrario, avivan aún más la polémica.
El tema de los derechos de transmisión de los partidos y el dinero que ya se repartió con anticipación a las federaciones son puntos que pesan a la hora del calendario. Como se sabe, la Copa América es el gran pulso en vivo y en directo que tienen los seleccionados de la región (y sus invitados) para medir fuerzas, probar jugadores y establecer acaso la oncena ideal con miras a una competencia de largo aliento como lo es, sin lugar a dudas, la Copa del Mundo.
Brasil arde en medio de la polémica. El ruido se escucha incluso de algunos de los jugadores del seleccionado titular de ese país, expertos en salud pública y autoridades de gobierno que no están muy seguros (ni contentos) de que se juegue la Copa América con una tarjeta roja por adelantado.
Todos los ojos estarán puestos el 13 de junio.