Por Mario Quevedo
Especial para CENTRO Tampa
Bien amigos, hay veces que la cordura nos marca dirección y, hasta cierta discreción. Hoy es esa cordura la que nos impulsa en este artículo. Como dice la canción; creo que me recuerda el cierre del cursillo; “no es más que un hasta luego, no es más que un breve adiós …… muy pronto junto al fuego, nos reunirá el Señor”.
Si, caramba, hoy les ofrezco un breve adiós; un sencillo hasta luego. En estos trajines de componer y arreglar con palabras lo que uno siente, hay veces que la cosa se complica. Es por eso que hoy optamos por una despedida sencilla. No, no pienso esperar a que el Señor nos ofrezca la oportunidad de volver junto al fuego, pero (ya llegó), si considero real la primera parte; un breve adiós es, no solo justo, sino hasta necesario.
Pudiera dar gracias, pero esto ya lo hice recientemente y no quiero repetir tanto. Sin embargo, si me veo en la posición de tener que reconocer públicamente que es muy especial el haber contado con lectores que han sabido recibir las ideas plasmadas en papel. Ideas que mi Directora ha aceptado y que ustedes han podido comprender.
Han sido años de creación que me han permitido expresar mi sentir. Bien o mal, bueno o malo, ustedes han sido más que caritativos al aceptar con regularidad lo que sale del alma y se convierte en artículo publicado.
Sin lugar a dudas, no pretendo recorrer el largo camino en Camagüey que lleva desde la despedida de la casa en Capdevila 112, entre Tomas Betancourt y Andrés Sánchez. Sí, esa peculiar memoria me lleva también a recordar otras dos casas en la calle Julio Sanguily todo en La Vigía donde pase la niñez hasta que llegó la despedida y ¿cómo olvidar la vieja y amplia casona de los Quevedo en Avellaneda frente al Callejón de Correa?
Lo que si siento es la obligación de revisar y compartir de cómo he sido testigo del cambio en esta querida Tampa donde los quehaceres de la vida me han traído a echar raíces y ser testigo de un mundo casi nuevo. Mucho amor que me sobra por esta ciudad donde se abrieron brazos y contamos con una extraordinaria bienvenida.
Todavía recordamos como Ybor City y West Tampa se presentaban en representación de nuestro pasado. Grandes y bellos edificios que cantaban lo mejor de nuestra comunidad y nos daban la bienvenida. Hospitales como el Centro Asturiano y el Centro Español, clínicas privadas; Trelles, González o El Bien Público y la peculiaridad del sándwich cubano con lechuga y tomate agregados. Llevó algo entender que había sido una solución sabia del tampeño para incorporar la ensalada al almuerzo.
Un Woody García que, con tesón, mantenía una hora de radio en nuestro idioma. Dos pequeños periódicos; Traducción Prensa y La Gaceta ofrecían al lector detalles de lo que ocurría. Nada, una comunidad que nos abrió camino para cruzar muros que ya habían derrumbado.
Si, no fueron tiempos fáciles que se hacían posibles por aquellos que nos recibieron con raíces establecidas y brazos abiertos. No era costumbre alejarse del barrio. Muchas veces no eras bien recibido.
Hoy acogemos un balance muy, pero muy bueno. Tenemos respeto por ese pasado que ha logrado alcanzar este presente. Contamos con razones suficientes como para sentirnos orgullosos de haber sido parte de ese proceso.
Hoy disfrutamos de una comunidad amplia que ha podido mostrar resultados magníficos en todos los elementos de la sociedad. Una comunidad que habiendo ofrecido lo mejor, ha llegado a ocupar el lugar que merece.
No más encasillamiento en barrios o en medios propios. Somos, con naturalidad y orgullo, parte de la sociedad que nos dio bienvenida y nos acepta con triunfos y problemas.
Haber sido parte de todo ese proceso es algo que se atesora. Momentos difíciles y días felices. Si, caramba, creo haber cumplido con el empeño.
En este sencillo “hasta luego” solo pretendo llevar el sentido de afecto, respeto y cariño a los que trabajaron para abrir puertas y que luego, con gentileza nos incorporaron en su vida diaria. Al mismo tiempo, la sutil amenaza de que en cualquier momento algo más podamos contar.
A ustedes queridos lectores, gracias de nuevo por el privilegio de habernos permitido durante tantos años el compartir simplemente la vida. Gracias a nuestra Editora que ha aceptado, sin rechistar, todo lo mandado.
Hoy vuelvo a pasear por mi Camagüey querido y a, de nuevo, cantar el agradecimiento al barrio que con amor nos recogió y que he visto crecer, así como a los lectores que han sabido comprender. Hasta luego.
Quevedo es periodista cubano. Trabajó en radio, televisión y tuvo su propio periódico ‘La Voz Hispana’. Para comunicarse con Quevedo: marioquevedo1@aol.com