Foto cortesía de DIANA MOLINA
La Mona Lupe, obra del artista chicano César Martínez, uno de los retratistas presentes en la exhibición.
ST. PETERSBURG — En un rincón del desierto de Chihuahua, donde el árido paisaje se encuentra con la frontera entre Estados Unidos y México, surge una narrativa compleja.
Diana Molina, una texana que se identifica como chicana de corazón, ha dedicado su carrera a capturar esos cruces culturales. Su exposición, “Íconos y Símbolos de la Frontera: Arte desde los Cruces Culturales entre EE. UU. y México”, reúne a 27 artistas que comparten una profunda conexión con la frontera.
“La comunidad en la que crecí, mis padres, mis abuelos, todo estaba en un entorno bilingüe”, dijo Molina. “Por eso digo que soy chicana, soy texana, pero sobre todo, soy una nueva mexicana”.
En su exposición de 80 piezas, cada una revela una faceta diferente de esta mezcla, desde los desafíos ambientales hasta las conexiones espirituales, todo envuelto en la experiencia compartida de vivir en la frontera.
Para Molina, ser chicana y haber nacido en El Paso significa abrazar la complejidad de su herencia y usarla como herramienta para contar historias a través del arte. Esta perspectiva impulsa su curaduría en la exposición.
“Es un cruce constante de culturas, donde el medio ambiente, la espiritualidad y las luchas sociopolíticas se entrelazan”, expresó.
La relación con la tierra es un aspecto clave de la vida en la frontera y se refleja en obras que capturan la flora, fauna y los paisajes únicos de la región. Desde el desierto hasta el Río Grande, cada elemento natural es un recordatorio de la interdependencia entre el ser humano y su entorno. En tal sentido, la exposición no solo es un tributo a la cultura, sino también un llamado a proteger y valorar el medio ambiente en el contexto fronterizo, algo de lo que muy poco solemos tomar conciencia más allá de los asuntos migratorios y de seguridad que la frontera simboliza.
La exposición no habría sido posible sin la colaboración de los artistas miembros de la Asociación de Arte Juntos, fundada en El Paso en 1985. Esta organización surgió en respuesta a la falta de representación artística en una comunidad predominantemente latina.
“En una ciudad como El Paso, con tanta historia méxico-americana, los museos principalmente representaban a artistas blancos”, recordó Molina.
Fue en este contexto que se fundó Juntos como un espacio para que los artistas latinos expresaran sus voces y narraran sus historias desde su propia perspectiva.
“Cada obra es un testimonio de la resiliencia de nuestra comunidad y un recordatorio de que la cultura fronteriza es tan apasionada como multicultural”, dijo Molina, quien se unió a la organización en 2011.
En 2015, asumió la dirección artística con la visión de expandir el alcance de Juntos más allá de la ciudad de El Paso. “Decidí incluir a artistas de otras ciudades como San Antonio y ampliar el enfoque para representar una mayor diversidad de perspectivas fronterizas, y ahora hay artistas de otros lugares”, indicó.
El esfuerzo ha dado como resultado una exposición itinerante que ha recorrido varias ciudades y que sigue creciendo con cada nueva parada.
Lo sagrado y lo profano
“Culturalmente, lo sagrado y lo profano están entrelazados en la vida diaria de nuestra comunidad”, explicó Molina. “Estos símbolos son una forma de conectar lo espiritual con lo terrenal”.
En un recorrido por las piezas, se puede encontrar la obra de César Martínez como una pieza emblemática de la exposición. Su pintura captura la complejidad de la identidad cultural y los roles de género en la cultura fronteriza.
La pieza, que podría interpretarse como la de un “Don Juan” (una figura característica en la cultura hispana que representa a un seductor y disfruta de muchas mujeres a la vez), muestra a un hombre con una dualidad evidente: en un hombro, lleva a una mujer santificada que representa devoción y pureza, mientras que en el otro, sostiene a una mujer más libre y audaz. En el centro de su pecho, destaca una gran imagen de la Virgen de Guadalupe, un símbolo poderoso de religiosidad en la comunidad latinoamericana.
Molina explicó que la pintura refleja las tensiones y contradicciones dentro de la cultura chicana, especialmente en lo que respecta al machismo y la espiritualidad.
“Habla de las fracturas en la lógica, de las contradicciones en cómo se percibe y se trata a las mujeres en nuestra cultura”, señaló.
Para el artista de El Paso, la pieza es una representación visual del conflicto interno entre las expectativas tradicionales y la realidad contemporánea.
Arte que derriba muros
Desde su creación en 2015, “Íconos y Símbolos de la Frontera” ha viajado a diversas ciudades, adaptándose a cada nuevo espacio y contexto. Para Molina, uno de los mayores desafíos ha sido la logística de mover tantas piezas de arte.
“Empacar y asegurar cada pieza para un viaje tan largo es un proceso complejo, pero necesario para garantizar que cada obra llegue en perfectas condiciones”, comentó.
Además, coordinar con los museos y asegurar que cada instalación refleje la visión original ha requerido una atención meticulosa a los detalles.
Otro desafío ha sido mantener la cohesión temática de la exposición mientras se adapta a diferentes espacios y audiencias. Cada nueva ubicación presenta oportunidades y desafíos únicos, desde la disposición del espacio hasta la interacción con las nuevas comunidades.
“En cada ciudad, ajustamos la exposición para adaptarla al contexto local, pero siempre manteniendo la esencia de la narrativa fronteriza”, dijo Molina.
Este enfoque flexible ha permitido que la exposición siga evolucionando, incorporando nuevas perspectivas y enriqueciéndose con cada parada en su recorrido.
La pandemia de COVID-19 también representó un desafío inesperado para la exposición. Cuando el mundo se detuvo, Molina aprovechó el tiempo para escribir un libro basado en la exhibición, documentando no solo las obras, sino también las historias detrás de cada artista.
“El libro es una extensión de la exposición; cada página es una ventana a la narrativa visual que hemos construido colectivamente”, explicó.
El mensaje central de la exposición se basa en mostrar la frontera como un lugar de encuentro, no de división.
“Los inmigrantes no son criminales; son personas que buscan un mejor futuro, arriesgándolo todo para trabajar y contribuir al crecimiento de este país”, afirmó Molina.
“Debemos mantener vivos los sueños y esforzarnos, porque si los sueños mueren, la vida se convierte en un ave con las alas rotas que no puede volar. Y con esto, quiero hacer saber que la frontera debe dejar de ser una barrera y convertirse en un puente hacia la riqueza cultural de nuestras raíces”.
INFO BOX
“Icons & Symbols of the Borderland”
DÓNDE: 150 Central Ave, St. Petersburg
CUÁNDO: Hasta el 19 de enero
Lunes a domingo: 10 a.m. – 5 p.m.
Martes: 10 a.m. – 8 p.m.
Cerrado el Día de Acción de Gracias y Navidad
PRECIOS:
Adulto: $23
Mayor (65 años o más): $18
Estudiante/profesor/militar activo: $15
Jóvenes (7-18): $10
Niños (6 y menores): Gratis
DETALLES:
El Museo James ofrecerá una variedad de programas para que los visitantes profundicen en Íconos y Símbolos de la Frontera y celebren la cultura y el arte mexicano. Varios eventos se llevarán a cabo durante el Mes Nacional de la Herencia Hispana (15 de septiembre – 15 de octubre).