Por Raquel Aché
Especial para CENTRO Tampa
Estamos ante grandes turbulencias mundiales, de orden político, social y religioso. La naturaleza en rebelión ante el descuido total de los gobernantes, a quienes en su mayoría no les ha importado la educación de los pueblos, su bienestar y en consecuencia también el total descuido de la madre tierra.
También algunas congregaciones religiosas han contribuido al caos social, dejando en muy mal espacio aquellas que sí trabajan por el bien humano. Yo no me refiero tan solo a darles alojamiento, comida y religión a los necesitados, sino al gran olvido de centrar valores desinteresados de bien humano, bien común por una mente sana, donde las creencias religiosas se practican con consentimiento del demonio.
Hay un ausente constante de alimento al alma, la reafirmación del espíritu, además de esa educación por el respeto la vida. No se enseñan principios fundamentales humanos tan necesarios para, la convivencia, la aceptación y el respeto.
Ante ese libre albedrío, impetuosidad, agresiones, asesinatos, autoritarismo, chismes, envidia y
tanta toxicidad. Todas estas expresiones son insanas y crean en la mente del ser humano una costumbre de existencia destructiva con rasgos de psicopatía total.
¿Y por que cito todo esto? Porque una conducción sana a los pueblos trasmite el bienestar que cada ser humano se merece. Mente, cuerpo espíritu y un alma en paz.
No es tan solo idealismo, es una realidad, basada en el derecho humano a la existencia.
Con esto no digo que todos los seres humanos serían “santos”. No, Por supuesto que no, pero seríamos seres más avanzados con percepción y poder de análisis para reflexionar.
Les aseguro que el alimento al alma, espíritu, mente y cuido al cuerpo produce seres humanos dispuestos a crecer y sin tanto odio y maldad contagiada.
¿Siempre ha existido y existirán almas, mentes diabólicas? Sí, Pero el grado de educación y preparación para la vida sería una gran arma contra tanto oscurantismo.
La espiritualidad es un aspecto esencial del ser humano, es una vida interior, algo que no es mente y cuerpo sino espíritu.
Es algo más amplio que una religión, un proceso dinámico mediante el cual las personas encontramos trascendencia, un sentido final a la vida … a nuestro ser interior.
Hablar de espiritualidad es hablar a su vez de bienestar, de vivir en el presente, de estar en contacto con los sueños, la creatividad, la inspiración y de entender que todo eso trasciende por encima de lo material y lo tangible.
Me toca en lo particular referirme a lo mas conocido y vivido en experiencias. Como son
nuestros pueblos latinoamericanos, (Brasil) pueblos de un hermoso continente donde precisamente han reinado las actitudes tóxicas, donde no hay duda de que puede haber existido alguna buena intención de dar bienestar y justiciar al ser humano., pero, que presencias no precisamente de bienestar espiritual han truncado el total bienestar a los seres humanos.
Bendiciones.
Raquel
Para escribirle a nuestra columnista alquimiaesp1@hotmail.com