Por Raquel Aché
Especial para CENTRO Tampa
“En el duelo tendremos que desprendernos finalmente de nuestra dependencia de la persona que se ha ido, pero podemos conservar nuestro amor por ella”. -Christine Longaker, autora de Facing Death and Finding Hope.
Ante la Muerte.
“Yo no estaba preparado para esto” … ¿Cómo podré afrontar la ausencia de un ser querido?
Son expresiones de naturaleza humana, son sentimientos ante lo desconocido.
En la vida hay dos miedos básicos: Vamos a morir, ¿cómo será? ¿Qué sucede después de la muerte? Es parte de nuestra naturaleza.
Nos pasa, me ha pasado.
¿Nos podemos preparar? ¿Cómo prepararse para la muerte?
Entendiendo que el desapego es muy fuerte, es además un dolor único y nos corresponde vivirlo y pasarlo. Cuando hablamos de estar preparados no significa que todo se recibirá como si nada. Lo recomendable hacer es algo así como
cuando vamos a presentar un examen y tenemos que estudiar: debemos alimentarnos alma, mente y cuerpo. Estar conscientes del proceso vida/muerte y abrirnos al no sufrimiento, considerando que sufrir no es amar, aprendiendo que el “dolor no es un estado sino un proceso”. No estoy queriendo decir que superar el dolor es olvidar. Liberar el dolor reafirma la unión con el ser ausente. Por eso es importante sanar y evitar cualquier imagen negativa causada por externas circunstancias. No llevar cargadas pesadas, caminar en libertad, amor y paz.
Dolor, tristeza, enojo e insensibilidad son comunes cuando hacemos frente a la pérdida de un ser querido, es natural tener todos estos sentimientos. Ninguno de ellos es incorrecto o son causa de la falta de fe. Experimentar las emociones que acompañan al duelo son parte de ser humano.
Si perdiste físicamente a un ser querido: Perdona, aleja rabias y nunca sientas que estás solo, siempre Dios envía sus ángeles.
La muerte es un destino que todos compartimos. Pero no nos preparamos de manera profunda espiritualmente para aceptar vamos a morir y ver morir, tendemos a evitar el tema, a no pensar en ello y postergarlo.
Quizás nos da miedo la muerte o simplemente no sabríamos cómo prepararnos.
“Enfrentarse a la muerte es un proceso muy duro, con altibajos emocionales. No obstante, para la mayoría de las personas, es un periodo de acceso a una nueva comprensión y a un crecimiento personal. El hecho de enfrentarse a las heridas del pasado, el restablecimiento de las relaciones y el hecho de preocuparse por los seres queridos permite que las personas moribundas y sus familiares alcancen a menudo una profunda tranquilidad interior”.
“Todo tiene su tiempo”, explica la Biblia. “Tiempo de nacer y tiempo de morir, tiempo de llorar y tiempo de reír; tiempo de lamentar y tiempo de bailar”. (Eclesiastés 3:1–2, 4).
El saber que la muerte y el duelo son necesarios quizás no mitigue el dolor, pero puede hacer que la felicidad sea más dulce cuando llegue.
El dolor no es una debilidad, una imperfección o una señal de maldad; es una parte necesaria de la vida terrenal.
El dolor que acompaña la pérdida de un ser querido es tan inevitable como la muerte misma.
Sin embargo, es recomendable evitar duelos tóxicos: negación del duelo, no lograr expresar la emoción causada; duelos patológicos la acción de no aceptar; duelos que intensifican expresiones de culpa, gritos, frustración etc.; duelos ambiguos se da cuando no se sabe qué ha sucedido con la persona (desaparecidos, abandono etc.).
Se utilizaron en esta columna algunos conceptos de Jaime Barylko: El significado del sufrimiento.
Para escribirle a Raquel: alquimiaesp1@hotmail.com