Por Mario Quevedo
Especial para CENTRO Tampa
TAMPA - Ya damos la bienvenida y nos sentimos entusiasmados con un nuevo año. Enero, mes de esperanza, de ilusión, de expectativa. Comienza el futuro y con él, como que comienza de nuevo la vida.
Ya hemos repasado ese querido año que finalizó. Tuvimos éxitos y también se quedaron cosas y anhelos por alcanzar. Sin embargo, nos queda la seguridad de que podremos, de nuevo, ser triunfadores en nuestra vida.
Queremos y debemos ponernos metas que quisiéramos lograr. Podemos y debemos soñar pues es la mejor forma de alcanzar el futuro al que aspiramos.
De niño, allá en el Camagüey querido nos enseñaron que la base del ser humano se establecía en Dios, Patria y Familia. Que grande ha sido Dios, que nos ha ofrecido la oportunidad de disfrutar de una gran y muy extensa familia.
Que grande ha sido Dios que me ha otorgado el privilegio de poder decir con orgullo que tengo dos patrias. La que me vio nacer y la que me acogió y me ha visto envejecer.
Ahora no nos proponemos hacer planes de futuro o de lo que queremos, debemos o esperamos hacer. Simplemente poder disfrutar del diario vivir. Disfrutar de la familia. Mantener la esperanza alcanzar a ver al pueblo que me vio nacer disfrutando de la libertad que hoy se le niega.
Nada, pudiera decir que sencillamente son cosas de la edad y que las acepto porque es mi vida y me considero privilegiado por lo que el Señor me ha regalado.
Disfrutar de ese diario vivir nos lleva a cumplir con el compromiso de esta vida. Es obligatorio sentar bases y aspirar a un mejor futuro.
Al comenzar este año, tenemos la obligación de ajustar nuestra esperanza a eso que queremos. Tenemos que cumplir con el compromiso tan tremendo que tolera el dolor de lo que nos falta.
Es momento de alegría, de esperanza, de futuro. Hoy, al comenzar un nuevo año, tenemos la obligación de redoblar nuestra decisión de hacer esfuerzos tremendos por ser mejores. Mejores en nuestra vida diaria, mejores con la familia, con los amigos, con todo nuestro entorno.
Siempre hemos mantenido que esa aspiración a dar lo mejor de cada uno de nosotros es lo que nos hace superior. Tenemos que empeñarnos en ese propósito de dar lo mejor de lo nuestro. Somos ejemplo para los que nos rodean y a ellos tenemos la obligación de serles fieles.
Bien, este ya casi largo discurso para comenzar un nuevo año, nos lleva a la realidad. O por lo menos, a lo que quisiéramos ser. No es cuestión de más o menos dinero, poder o simplemente tranquilidad. Tenemos que ser como los pastores que cuidan las ovejas del Señor.
Esa realidad me dice que ya no soy el joven aventurero listo a dar frente a todas las situaciones difíciles. Hay limitaciones que tenemos que entender y aceptar. Ya somos adultos y no es solo que físicamente no somos como los hijos o los nietos, sino que tenemos un sentido más profundo de responsabilidad. Y no es precisamente el ser maestros quien con el ejemplo marcamos senda.
Al comenzar este nuevo año, queremos compartir con nuestros amigos lectores ese paso al futuro, pero (no falta el pero de Quevedo) si queremos hacerlo con seguridad. No es lanzarse a nuevas aventuras simplemente porque es un nuevo año y tenemos la disposición de lograrlo.
Quisiéramos que usted, amigo lector se sumará también a ese mundo que reconoce este presente, con tecnología que nos trae a la mano lo que creemos necesitar.
Queremos que el Señor mantenga con nosotros su misericordia. Sabemos que al contar con Él, podemos alcanzar que esa familia de la que hablamos y con la que compartimos se felicite en estos albores que presagian un futuro feliz. Nada se alcanza con facilidad, pero sí podemos y debemos poner todo el esfuerzo en que se cumpla lo que deseamos.
Aspiramos a que este nuevo año sea productivo, sano y camino a la felicidad. Poco más podemos pedir aparte de tener la fuerza para poner el empeño en lograrlo. Sí, también tengo que pedir que un día se me ofrezca la oportunidad de celebrarlo en mi Camagüey querido y con libertad.
Gracias le doy a mis queridísimos lectores y les prometo que si el Señor me lo permite, continuaré manteniendo esos valores siempre presentes. Solo pido que se les conceda a ustedes la misma posibilidad de dar la cara triunfalmente a todo lo bueno que se nos espera.
Lo mucho que traen aquellos tres reyes al rendir tributo al Salvador, también nos traen a nosotros esa esperanza de que el 2021 nos ha de llenar de regocijo y nuevas fuerzas para ver brillar el futuro.
Quevedo es periodista cubano. Trabajó en radio, televisión y tuvo su propio periódico ‘La Voz Hispana’. Para comunicarse con Quevedo: marioquevedo1@aol.com